Hace un año atrás un canal de televisión me propuso ser una suerte de gurú de las relaciones sentimentales, algo así como la Rampolla, pero del amor. Como no soy psicóloga y mi vida personal es un desastre, además tengo respeto por la audiencia ( y si digo todo lo que pienso les aseguro que me odiarían) no tuve otra opción que rechazar la oferta. Menos podría yo hablar de sexualidad con autoridad académica, pese a que muchos lectores insisten en que dé consejos amatorios en este humilde espacio…
probando poses para espacios reducidos…
Y muy lejos estoy, obviamente, de convertirme en “coach sexual”, un negocito alternativo (y medio raro) que prospera en países como los Estados Unidos, donde además de ir al terapeuta los pacientes recurren a los servicios de un “asistente” para practicar los consejos del experto. No se trata de prostitución, dicen, sino de un gentil “complemento” de la terapia. Filántropos del erotismo, samaritanos del placer o perfectos avivados…no sé como llamar a estas personas supuestamente entrenadas para ayudar a otros a superar trabas y problemas íntimos….
Parece que el laburo consiste en lograr que el paciente recupere la confianza en sí mismo y en el sexo opuesto empleando recursos diversos, como conversaciones telefónicas, chats y citas que pueden o no incluir una demostración “horizontal”.
Sustitutos sexuales en horario de descanso Tim MacPherson via big fun
Estos asistentes o secretarios privados ejercen su oficio desde épocas remotas, exactamente desde la década del 70, y actualmente funcionan en los estados como Florida, Nueva York, California y Pensilvania, donde está permitido, e incluso están agremiados en la International Professional Surrogates Association que fija normas éticas para el ejercicio de la extravagante profesión. Se supone, por ejemplo, que el sustituto es el o la “responsable de fomentar la comunicación entre el sexólogo y el afectado y que la relación con éste último es estrictamente temporal y siempre dentro del contexto de la situación terapéutica”… aunque han habido notables excepciones, como la que admitió una profesional durante una entrevista en ABC News. Un paciente de 54 años que era virgen se enamoró de ella y la relación duró 4 meses. Ella lo ayudó a desnudarse y a perderle el miedo a las mujeres, temor fomentado por una madre un poco posesiva.
En fin, no me sorprendería que pronto se organice acá una ONG de solidarios sexuales, la etiqueta más polait que podriamos ponerle a esta profesión fronteriza con la del taxiboy…