Tener un amante en otro idioma puede ser una experiencia enriquecedora, en todo sentido: como no lo entendemos no sabemos exactamente qué piensa (y no intelectualizamos el vinculo) y lo que es mejor aún, podemos aprender algo del lenguaje de las señales. Hace un tiempo leí un artículo del escritor canadiense Mark Moyes que en su libro Lovers who speek different languages describe los detalles de la intimidad que tuvo durante un viaje con una chica japonesa que no hablaba inglés (pero él tampoco japonés).
Perderse en la traducción, en ese precioso abismo donde no ha lugar para las frases hechas y los elogios mentirosos, convirtió la relación de pareja en una fascinante oportunidad para desarrollar la comunicación no verbal, mucho más contundente y reveladora, a veces. Como cuenta en el texto, “el amor y sus más primitivos elementos: actitud protectora, ternura, intimidad… crecen más rápido cuando uno no puede protegerse detrás de las palabras. Cuando solo eres algo”.
traducción universal…tatoooyou via thisinsthappiness
Bueno, las cosas funcionarían de manera menos poética si el sexo fuera tu medio de vida, como el caso de las trabajadoras sexuales brasileñas. Ya habíamos contado aquí hace un tiempo que las chicas habían empezado a tomar clases de inglés para ampliar conocimientos y así entenderse claramente con los fans extranjeros que visiten el país durante el inminente Mundial de Fútbol. Se trata de vínculos fugaces en los que el tiempo….vale reales. Parece que durante las clases las aplicadas alumnas no sólo aprendieron el vocabulario básico sino también esas expresiones técnicas necesarias para evitar “malos entendidos” con los posibles clientes.
Vean aquí el profesor, divirtiéndose en la clase….
very easy….Foto Gza Pilar Olivares de Reuters