Tener sexo en la primera cita con alguien “nuevo” y que la cita se quede dormido tras el primer esfuerzo, y peor, que ronque (cuac!), fue parte de lo peor que le pudo pasar a una amiga que acaba de volver al “mercado sentimental.”
Y sí. Para quienes no están entrenados en el arte de lo casual, la intimidad con desconocidos depara ciertas sorpresas, cuando no resulta desastrosa. Es lógico: siempre habrá detalles y desperfectos propios de la falta de confianza, algo que no se consigue ni al cabo de varias citas. Pero aún así sobran razones para practicarlo, creen algunos terapeutas especializados en vínculos. El sexo puede ser un filtro necesario, sobre todo a cierta edad en la que uno ya no está para que le hagan el “novio”, como dice mi amiga Mun. He aquí una pequeña lista de razones que encontré en el blog de Belinda Lorenzano, una colega mexicana que también escribe sobre estos temas líquidos. No estoy de acuerdo con todas sus sugerencias, eh, pero valen algunas, y van con texto de mi cosecha:
1. El sexo nunca está de más. Si alguien te lo ofrece, y te gusta un poco ese alguien, es preferible ir a la cama y tocarse un rato a ver una mala película o soportar horas con el trasero pegado a una cena desabrida. Es probable que no resulte wow al principio pero puede ser aceptable, aunque para llegar al nivel de aceptable conviene estudiar el terreno e ir a lo seguro: la pose del ornitorrinco y esas acrobacias literarias, para otro día.
tirarse a la pileta, con o sin agua Alain Labeille/Marvelous
2. Reincidir. Si tuvimos la suerte de que la cosa saliera medianamente bien, entonces por qué no volver a probar con la misma persona para ajustar lo que no cuajó de entrada. ¿Qué tal si el sexo en la segunda vuelta resulta un poquitiiiitoo mejor? En términos prácticos habrás tenido sexo de nuevo, lo que no es poco!
3. Especulaciones destructivas. A menos que se gusten mucho intelectualmente y la conversación sea hechizante, no tiene sentido salir varias veces sin tocarse un pelo. A cierta edad, creo yo, si eso sucede es que no hay química suficiente: estamos calculando demasiado, midiendo lo inmensurable. Y eso alienta especulaciones contraproducentes: si es impotente, o gritona, si es torpe o pasiva etc etc etc. Pensar tanto en cómo será para que luego sea pésimo, no tiene caso. Por eso, mejor empezar por el principio, valga la redundancia.
4. Tu tiempo vale. Las citas exigen dedicación y esfuerzo emocional, y podemos entregamos sin prisa cuando la persona nos interesa de verdad. Pero ¿para qué esforzarse en varias salidas con alguien con quien ni siquiera nos estamos acostando? Si somos incompatibles entre las sábanas lo sabremos de entrada, en consecuencia nos habremos ahorrado cenas, vinos caros, nafta, peluquería y demás gastos que supone invertir en lo “imposible”. Y peor, por ahí hasta nos perdimos otras citas interesantes.
demoraste tanto que por las dudas me fui sacando la ropa Jordi Gual via neverquit
5. Enamorarse, un regalo. Después de pasar por el filtro de la cama, si la relación avanza es probable que uno hasta se enamore, lo que ya sería un regalo. Si no funca y el sexo lo definió, de todas formas habría sucedido despuès. También es cierto que una buena cama no garantiza una relación duradera, pero al menos el panorama estará más claro.
En fin. Para hombres y mujeres las citas son un salto al vacío, suponen una exposición personal enorme. Seguramente el señor que fue al telo con mi amiga se durmió hasta roncar porque al fin relajó, tanto estrés! Es que uno se desnuda para pasar por un estrado a veces superficial: en una mesa de café alguien decide si le gustás o no; vos decidís si te gusta o no. En el medio, hay que estar preparados para el rechazo.
Lo importante es seguir el deseo y la intuición, no quedarse con las dudas, menos esperar un final epifánico. Si funcionó, seguramente seguiremos conectados. No?