Me hubiera gustado tener mi propio avión para planear las vacaciones sin tener que andar contando las millas como si fueran moneditas para el colectivo. Una amiga griega con isla en el Egeo me ha propuesto una escapada a su paraíso natal. La excusa es visitar el Museo de Arte Cicládico de Atenas donde hay una muestra fabulosa dedicada a las costumbres sexuales de los antiguos griegos, gente que se entregó a filosofar y fornicar con idéntica pasión.

¡la mejor imagen que pude conseguir!

Hace 2500 años, anclados por azar en ese paisaje azul de Mediterráneo y cielo, se divirtieron a lo grande. Todo les venía bien, menos la rutina. Ese espíritu hedonista que los hizo célebres inundó su existencia, llevándolos a gozar con intensidad de los placeres terrenales, una conciencia del aquí y ahora que los contemporáneos lamentablemente hemos perdido.

La muestra reúne 280 objetos, esculturas y cerámicas donde se aprecian escenas cargadas de sensualidad y lujuria, una especie de adelanto del porno que se vendría (esto corre por mi cuenta). “En la sociedad griega no existía la hipocresía, había mucha tolerancia, una forma de ver el mundo muy abierta y donde no se le daba tanta importancia al sentimiento de culpa” decía al diario The Guardian el director, Nicholas Stampolidis. Ni falta que hace explicarlo.

La prostitución, las orgías, la homosexualidad, los juguetes sexuales y otros tantos esparcimientos horizontales quedaron plasmados en vasos, vasijas, murales, esculturas y tallas de los siglos VI a.C. y IV d.C, que se han conservado hasta el presente, pese a estar dispersas en distintos museos del mundo.

Como serán de subidas las imágenes que los menores no pueden ingresar al Museo, salvo acompañados por los padres o un tutor.

Lástima. Las millas solo me alcanzan hasta Cancún...