Antes que un metrosexual de chupin y zapato en punta prefiero un ejemplar de éstos que han aparecido rebautizados en el siglo XXI pero que, en rigor, se trata nada más y nada menos que de Su Majestad, el hombre (y la mujer) inteligente. Oh la lá!

El neologismo “sapiosexual” fue inventado en 1998 por un periodista de Live Journal que firma bajo el seudónimo de Wolfieboy (que se llama Darren Stalder) para definir al individuo ingenioso, perspicaz y mentalmente ágil que aplica todos esos atributos en la conquista y espera lo mismo del otro. Individuos a los que dan ganas de comerle a besos el cerebro, para ser más claros. Nada nuevo. Nunca estuvo en baja el don de la inteligencia, solo lo que la banalidad y la liquidez de las relaciones contemporáneas han hecho que antepongamos la apariencia ante el verdadero afrodisíaco que es, y será, siempre, la cabeza.

todo para mi solita...totalment via lovely

El (o la) sapiosexual (del latín sapiens, sabio) es quien no se guía por cuestiones físicas sino que valora la inteligencia y se excita con ella, sea para una relación casual o duradera, lo mismo da. Para las mujeres ha sido siempre fundamental dar con un candidato con más neuronas que músculos, esto no quiere decir que los hombres la valoren menos, pero si que responden a otras variables evolutivas. Según la ciencia, nosotras buscamos sapiosexules no para hablar de vinos, de música, de libros y demás culteses, sino que vamos instintivamente hacia ellos considerando que tendrán más recursos económicos para sostener la prole. A su vez los hombres hacen foco en la simetría de las caderas, las proporciones y demás, no por básicos, sino por una idéntica razón biológica: se fijan en féminas capaces de procrear.

Pero si sacamos todas esas definiciones de la caverna y las traemos al Siglo 21, cada quien encontrará otras razones para preferir un modelo u otro. A mi el sapiosexual no me atrae ni por culto ni por proveedor de bienes materiales, sino por que sospecho que su inteligencia emocional logrará sacar lo mejor de mí, edificandome, haciéndome mejor amante, y mejor persona. Lo que no es poco.