Un desgraciado dejó al perro encerrado en el balcón los cuatro días de Pascua, arruinándole la vida a los vecinos y al pobre can, que lloró y aulló desgarradoramente hasta quedar mudo. Luego de algunas gestiones logramos que interviniera la policía, y ante la posibilidad de que el chucho quedara a su ya pèsima suerte ofrecí llevármelo a casa, hasta el regreso de su dueño, pues planeo decirle todo lo que pienso. Tener al can conmigo significaba suspender una cita que me importaba, pero opté por el perro, qué duda cabe. Cuando le comuniqué esto al susodicho, no me creyó. Y no….
Hoy leyendo diarios del mundo encuentro una nota preciosa sobre los nuevos terceros en discordia: las mascotas. Muchas parejas consumadas y relaciones en ciernes rompen o desisten por la importancia que algunos le dan a los animales en su vida.
ya llegará alguien que nos quiera…
Reconozco que los prefiero. Siguen siendo los únicos seres capaces de dar amor verdadero, pero… bueno, cada cosa en su lugar. Una española cuenta en el artículo que viajó km para estrenar a su partner y cuando llegó a la casa del hombre fue recibida por un cusco petiso, muy amable. “No me gruñe ni me ladra, pero pronto descubro su perversa forma de ejercer violencia: cada vez que nos damos un beso, se sienta delante de nosotros, empieza a gemir y su dueño decide que hay que sacarlo a que haga sus necesidades (esto sucede unas 20 veces al día). Lo peor de todo es que a su propietario le parece de lo más normal. Por la noche, cuando estamos enredados en la cama, siento que algo salta sobre nosotros, ¡es él otra vez! Pido socorro. Y cuando intentamos dormir, ¡se sube de nuevo! Las horas de la jornada están regidas por sus ritmos: comer, salir, jugar… Así que el segundo día entro en crisis y me planteo volver a casa. La situación es insoportable”.
hagan lo que quieran, yo de acá no me muevo…
….já! Peor hubiera sido desayunarse con un Pitbull o con un Danés, de esos que ocupan media cama y hacen deposiciones dromedarias en el jardín.
“Esta escena resulta mucho más real y frecuente de lo que cabría pensar” dice en la nota la etóloga Paula Calvo, bióloga experta en el conducta animal de la Universidad de Barcelona. “Generalmente el problema no son los animales, sino las personas” agrega la especialista. Según un estudio de Associated Press y Petside.com realizada por GfK Roper Public Affairs and Corporate Communications, un 14% de las personas antepondría su can a cualquier otro ser, y un 50% se lo llevaría a una isla desierta. Los solos son más proclives a elegir la mascota por sobre el sexo: el 25% de los solteros consultados, comparado con un 8% de los casados, según la encuesta. De esta manera, no son pocas las parejas sentimentales que se quedan varadas en tierra, o en el sofá, a causa de gatos, perros y demás animalitos domésticos. La etòloga recuerda el caso de una chica que había dormido con su perro desde que era cachorro. “El día que se echó novio, cada vez que él intentaba acercarse a la cama tenía al animal enfrente enseñándole los dientes. Ella tuvo claro desde el primer momento que había que reeducarle, aunque pasó un tiempo hasta que lo consiguió. El chico tuvo que armarse de paciencia hasta que consiguieron que el perro se bajara de la cama, y solo entonces pudo llevar una vida normal con su novia.”
los tres, o nada… Fotos via Le chat noir
En fin. Estoy entre quienes tienen entre sus criterios de exclusión a aquellos individuos incapaces de compartir la vida con una mascota…