El diputado inglés y su esposa prostituta

 

¿Puede un hombre ser tan miope como para no distinguir un burro de un cenicero? ¿un gato de una liebre? ¿una tira de asado de una galletita de agua?…¿tan difícil es darse cuenta si la chica que te gusta da clase de matemática o se dedica a revolear la carterita, como decía mi abuela?

tipo a cuerda

llegueeeé queridaaa, ¿donde estás? via bigfun

Que me perdone el diputado inglés Mike Weatherley, pero no me venga con que no sabía que Carla Adriana ejercía el oficio más viejo del mundo, que tenía un nom de guerre y que en vez de esperarlo cada noche con la cena lista se escapaba a despuntar su vocación en un puticlub del sur de Londres.

No juzguemos a la mujer, que allá ella, sabrá por qué lo hace. En todo caso rescatemos al marido: hay que ser muy inteligente para aceptar la situación, saber que nunca- nunca tuviste la exclusiva… ni habiendo pagado por eso.

El hombre en cuestión quedó boquiabierto el domingo pasado, cuando abrió el diario The Sunday Mirror y encontró publicadas unas fotos robadas en las que su Bea – el seudónimo de la mujer – le hacía un striptease a un reportero que se hizo pasar por cliente.

dipu2el tory y su esposa Carla

Sorprendido, dijo no saber ni haberse dado cuenta jamás de que su esposa era la misma que había conocido durante unas vacaciones en Río de Janeiro, a donde le gustaba pasar el verano. Simplemente aquella vez quedó prendado de su belleza y demás cualidades, por lo que al poco tiempo de noviar decidió proponerle matrimonio. Y allá fue Carla, de 39 años, a hacer de ama de casa y esposa de un tory.

Supongo yo que como ella no ha de haber querido ser una “mantenida”, apenas pasó un tiempo de adaptación en el ambiente anglosajón, tan distinto del brasileño, buscó trabajo en un piringundín de Londres, donde volvió a ejercer la prostitución, y donde la descubrió un periodista.

Si no me equivoco, el guión de Mujer Bonita fue al revés: él de entrada sabía que ella era una “mujer de la vida”. Como fuere, para mí que el diputado bien enterado estaba, e igual se la jugó por la chica que le quitaba el sueño. Y eso lo redime, aunque, claro, no ha cometido ningún pecado.