Cuidado, que se viene San Valentín

 

Antenoche soñé que los chicos del barrio bajaban a cascotazos al pobre cupido del amor, y que el cupido furioso les gritaba….”¡putos!” (sic), insulto que lamentablemente mal repiten los niños futboleros de esta cuadra de San Telmo.

No entiendo cómo llego a mi inconsciente semejante acto de violencia. Nunca se me ocurriría agredir al pobre angelito. Será que la simpática publicidad del desodorante masculino me quedó grabada en el caché de mi memoria , o es quizá que cené demasiado tarde (y bebí a la par). O bien es el síntoma, el preludio de una fecha enfermiza: San Valentín.

Cuestión es que la casilla de mails ya esplotó de promociones para ponerse al rojo vivo esa noche: escapadas románticas, cenas, velas, lencería, juegos, telos. No soy un ser odioso ni tampoco una agnóstica total, pero miro con desconfianza estas celebraciones absurdas. Una colega española amaneció ayer en su barrio de Canillejas, Madrid, y en el estacionamiento descubrió un coche empapelado con mensajes amorosos escritos en post-it de colores.

yolandaaguilar abc.es

Foto de Yolanda Aguilar, periodista de abc.es

Que la idea es buena, es buena. Es un gesto, una sorpresita. “Ya verás cómo se destruye el hielo que nos separa», «tus ojos son destellos», «guapa, guapa, guapa. No, impresionante». «Has detenido mi tiempo»… escribió el supuesto fulano que ya no sabe cómo conquistar a la dueña del vehículo, que parece ignorarlo.

Y no es para menos, el sujeto parece ser alguien de ideas fijas, y no hay nada más insoportable que un “palomo de plaza”, perseguidor, insistidor. En fin, ¿qué haremos esa noche para conseguir una mesa libre en un bar? no salir, o armarse de paciencia… y esperar que la flecha nos pegue dónde debe.