No ha sido por mandar un chivo que he tratado acà, repetidas veces, la importancia de los juguetes sexuales en la vida ìntima. He reinvidicado hasta el hartazgo los chiches como el complemento saludable que son, y hete aquì que lo palmario de la realidad demuestra una vez màs que antes de andar ensayando con herramientas extrañas, mejor gastarse unos pesos en el sex shop. A un señor que vive en Granada le ocurriò algo tremendo dìas atràs, cuando intentò mantener una cierta perfomance y se colocò en el miembro viril una tuerca de metal, a modo de anillo. El asunto se fue de madres….y el aro o tuerca empezò a estrangularlo, no quedandole màs remedio que acudir a la guardia de un hospital. Allì, luego de infructuosos intentos, los cirujanos decidieron amputar.
mejor que sobre y no que falte! (esta foto ya la publiquè, poer me encanta) Dita Von Teese.net
Tuvo la suerte el hombre de que en la sala alguien recordara que los bomberos de la ciudad ya habìan atendido urgencias similares, asì es que ahi nomàs llamaron a los señores que apagan los incendios, para apagar èste. Imagino que el paciente habrà escarmentado al ver llegar al bombero con una sierra, de esas que se usa para el bricolage, operando con extramo cuidado para no rebanarle nada que no fuera el metal, que ya lo habìa lastimado y estaba al punto de una infecciòn.
Espero que este relato los espante y tengan la suficiente inteligencia para advertir el daño real que puede causar ciertas herramientas domèsticas cuando se las usa para otros fines, y que entrar a un sex shop es lo màs natural de mundo. Es màs, creo que la persona capaz de traspasar esas barreras del prejuicio es alguien poderosamente sexi. Por unos pocos pesos el señor se podìa comprar un anillo de silicona medicinal, y si queria algo mas exòtico, hasta podia conseguir algunos con vibrador incluido, pero siempre en el Sex Shop, y no en la ferreteria del barrio.
(recuperè mi compu, pero ahora los acentos salen al revès!)