Nadie la tiene fácil en este mundo, menos el bonito Patrick Moote, actor que saltó definitivamente a la fama en diciembre de 2011 cuando, poco antes de Navidad, tuvo la mala idea de proponerle casamiento a su novia por alta voz, durante un partido de básquet. Las cámaras registraron el momento en que las pantallas gigantes del estadio proyectaban la cara de espanto de la chica que, al ver el anillo, salió pitando de la tribuna. Cuestión es que el video del rechazo público explotó en YouTube y supero el millón de visitas en pocos días, pero mientras tanto nadie sabía porque ella se había dado a la fuga de semejante manera.
La razón se supo por boca del mismo actor, quién confesó que su ex novia lo había rechazado con el argumento de que tiene un pene pequeño. Digo yo, hay que estar muy bien plantado para divulgar algo tan privado, y sacarle beneficio, porque el chico aprovechó el drama para filmar un exitoso y desopilante documental que indaga en la real importancia que tiene para los hombres de todo el mundo el tamaño de su virilidad. La experiencia nefasta quedó plasmada con humor en Unhung Hero (Héroe poco dotado), donde además de recorrer distintos países entrevistando ex novias, expertos y actores porno, se muestran trucos y esos desopilantes tratamientos a los que se someten los hombres en Corea del Sur, Taiwán y Papúa Nueva Guinea, donde según se ve en el trailer hasta se cuelgan pesas del miembro para estirarlo. Un horror.
Una carrera igualmente cruel, según como se mire, claro, es la que persiguen muchas mujeres disconformes con su apariencia, sin ir más lejos, la última estupidez conocida
es el síndrome del Thigh Gap o piernas separadas. “No quiero que la gente piense que el único motivo por el que mi novia me dejó fue el tamaño de mi pene. Obviamente había otras cosas que no funcionaban y ésa era una de ellas”, dijo Moote en una entrevista con BBC Mundo a poco de estrenar su trabajo. “Además, cuando me lo dijo tampoco fue una sorpresa. Todos conocemos cómo es nuestra vida sexual y yo sabía que teníamos algunos problemas en ese campo”, dijo y confesó que ya en la escuela sus compañeritos le decían “pickle” (pepinillo). “Aunque fue una experiencia triste, la humillación pública ya la había pasado, así que me puse a pensar en maneras de sacar algo positivo de la experiencia”.
Después de dos años de producción, el documental ha ganado premios y menciones en festivales de cine, y fue bien recibido porque resultó de los pocos enfoques que no dramatizan el asunto. “Hubo momentos en los que pensé que podía acabar siendo una mala comedia sobre un pene y eso no era lo que queríamos hacer. Creo que al final conseguimos hacer un documental del que estoy muy orgulloso y que tienen un mensaje de aceptación de uno mismo que es muy positivo”.
…chapeau!