Tanto ha crecido el consumo de sexo virtual, de seres humanos que se contactan con pares a través de distintas plataformas online para satisfacer sus necesidades íntimas, que al cibersexo se lo considera hoy una patología de riesgo, como cualquier otra adicción. Así somos algunos seres humanos: cuando algo nos gusta podemos llevarlo al paroxismo.
Basta poner la palabra sexo en la barra de Google para que el buscador arroje en fracciones de segundos más de 20.000.000 resultados, prueba suficiente de que esa sobredosis de oferta tiene su demanda. Según un estudio realizado en 2015 por Josep María Farré, Presidente de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental y del Hospital de Clínicas de Barcelona, en los últimos diez años aumentó exponencialmente el comportamiento sexual a través de Internet, y se estima que hoy el 65% de los usuarios de todo el mundo utiliza la red con fines eróticos, sea para generar vínculos sentimentales o para darse autoplacer. Desde apps de citas hasta juegos de realidad virtual, y consumo de pornografía. El punto es cuando todo eso deja de ser una alternativa para convertirse en un vicio.
A fin de saberlo a ciencia cierta las universidades de Valencia y la de Castellón, en España, se unieron para crear una plataforma online que permite diagnosticar si una persona es adicta al sexo online o si hace un uso saludable de él, porque todo en sus dosis justas es bueno, de hecho la virtualidad ayuda a muchas personas tímidas o con trastornos de personalidad a salir de sus encierros mentales.
Adisex se llama el proyecto que mediante una autoevaluación anónima y una entrevista clínica, cualquier persona de cualquier parte del mundo puede acceder al beneficio terapéutico que ofrecen los profesionales reunidos en esta sala, según informó la institución valenciana en un comunicado, en el que describe al cibersexo como una “forma de sexo virtual en el cual se conectan dos o más personas a través de una red informática. Se mandan mensajes explícitos que describen una experiencia sexual en la que los participantes simulan estar teniendo relaciones.”
Si es cierto que la industria de la pornografía online hoy factura cerca de 50.000 millones de dólares anuales, según The Economist, y que solo en 2015 el sitio Pornhub recibió 21.000 millones de entradas, sin dudas hay una franja de individuos con algún tipo de dependencia que reclama terapia, urgente.