Sacred Water, desmontando el mito de la eyaculación femenina

 

Entre los temas que ahora se hablan en voz alta, aunque usando anglicismos y eufemismos menos vergonzantes que el español en crudo, el squirt ha logrado desplazar al orgasmo para ocupar el trending topic en las tertulias de amigas, y en buena hora, pues la eyaculación femenina sucede mucho antes de que Eva mordiera la manzana, pese a que durante siglos se la intentó reducir a otro de los tantos “misterios” que rodean al cuerpo y la sexualidad de las mujeres.

Esto viene a cuento a raíz de haber visto el tráiler de un documental estrenado el año pasado casi en silencio y sin alfombra roja, como la mayoría de los proyectos a pulmón que intentan registrar los sufrimientos o indagar en asuntos sociales menos marketineros. Si no han visto Sacred Water (o Agua Sagrada), es momento de buscar en YouTube esta ópera prima del director belga Olivier Jourdain, quien se ocupó de investigar el significado casi religioso que tiene la eyaculación femenina para los habitantes de Ruanda, donde hasta practican una ceremonia milenaria conocida como kunyaza. Las imágenes, tomadas en distintas comunidades del país, son de una claridad indispensable, pues ya quisiéramos ser sexualmente tan honestos como los nativos de estas sociedades en las que gracias al conocimiento (y a la ausencia de la pornografía) no existe el tabú.

 Free squirting

Según cuentan los ruandeses, el fluido brotó por primera vez de una reina que tuvo sexo con un sirviente, en vistas de que su marido tardaba mucho en volver de esas guerras eternas en las que entonces se enfrascaban los hombres. Puesto a la labor, y con involuntaria precisión, el muchacho logró provocar un manantial inesperado en la agradecida señora.

En los últimos veinte años se han publicado varios libros sobre el tema, algunos de tono científico y otros más políticos, ejemplo reciente es Coño Potens, Manual sobre su poder su próstata y sus fluidos (de la española Diana J. Torres), donde los autores hacen saber a la comunidad femenina que no hay de qué avergonzarse y que todas podemos eyacular, pues no se trata de un derecho sino de una función que en la mayoría de los organismos vivos y sanos se cumple naturalmente.

Si bien la medicina moderna echa nueva luz sobre la existencia de las glándulas de Skene que expulsan el líquido generado por el punto G o próstata femenina, desde hace 2000 años existen referencias escritas. Hipócrates en sus libros ya mencionaba el semen que segrega el cuello del útero, Aristóteles se encargó de explicar que no era espermático sino una secreción local propia de la mujer y Galeno anticipó que según el caso podía ser caudaloso. Esa capacidad que el porno amateur exhibe bizarramente en los sitios para adultos, y como si fuera una destreza, en rigor depende de cuan fuerte sea la musculatura pélvica de la mujer, que presiona las glándulas durante la excitación y el orgasmo, produciendo la exteriorización del fluido.

El copy del hallazgo del documental y del libro mencionado es de una buena amiga, que espero sea tan dichosa como la reina ruandesa…