-Nos conocimos en la oficina, éramos compañeros, nos cruzábamos siempre en la fotocopiadora, en la escalera. Hace siete años que estamos casados pero la pasión “es como si fuera ayer” (sic),contaba una cándida oyente al conductor de un programa radial que esa mañana (miércoles) había invitado a la audiencia a contar su historia de amor “más loca”. Yo iba en un taxi con Sandro en la jaulita, rumbo a lo de mi ex, pues como ya saben compartimos la tenencia del gato. La 9 de Julio reventaba de coches y la mujer seguía hablando:
–lo ví y supe que era el hombre de mi vida, hice de todo por él, para estar juntos, porque él estaba casado….
no pecarás con tu compañera de laburo via lullaby000
…a bué, o sea que él dejó a una mujer, a los hijos, al perro y quizás hasta la madre… ¡y ésta lo cuenta como si fuera una hazaña!. Menos mal que duraron 7 años, pues provocar tanto destrozo por un par de polvos hubiera sido para darle patadas en el trasero. En estos casos, tan de todos los días, siempre hay un tercero que paga el costo, pero no vamos a negar que los amores de oficina tienen un grado de complicación interesante…
es dura la vida del gato…
Además de querer llegar bien temprano al trabajo y hacerlo menos rutinario (y proporcionalmente improductivo, depende cuán apasionado sea el vínculo), los affaires laborales son democráticos: el encierro hace que termines mirando con cariño a esos compañeros en los que nunca antes te hubieras fijado, y que ahora has idealizado por el simple hecho de compartir el encierro los cinco días, 8 horas seguidas. Si son solteros y la cosa prospera, nadie te condena. Pero si uno de los dos es casado, toda la empresa hablará de ellos. Y sí. Todo se sabe, y lo que no, se inventa, no seamos ingenuos.
Y ahí, creo yo, empieza lo arriesgado de la aventura. “La gente es mala y comenta” que fulana y mengano “tienen sexo en la salita de reuniones del 5to”, “en la escalera de incendio” o, peor, que antes ella se acostaba “hasta con el cadete”.
estuve esperando todo el día para verte Tim Lauren via ponyxpress
Hay empresas que son estrictas respecto de las relaciones en el trabajo, incluso las prohíben, una tontería. No hay manera de evitar los sentimientos. En ese caso el riesgo será doble, pues el PHD, el máster y demás tituletes del CV no alcanzarán para a pagar la inocencia de los amantes. Siendo una estudiante de periodismo pasé por el departamento de comunicaciones de una desaparecida AFJP y recuerdo que se decía por los pasillos que una rubia de marketing se tiraba nada menos que al director de la empresa, por supuesto, casado. Hubo un escándalo de proporciones mayúsculas cuando la tercera involucrada, la esposa, supo del romance. Como era de esperar, en el reparto de condenas la pobre rubia terminó en la calle y el director conservó su puesto, aunque más tarde la compañía fue chupada por otra, y ésta a su vez fue absorbida por el Estado.
Como decía, las complicaciones son interesantes, aunque son complicaciones, al fin. Esa mañana lo que me sorprendió fue el cinismo de la oyente: nadie te juzga, pero tampoco andes haciendo bandera del engaño. De todos modos, no se sacó la lotería. Cuando confesó que la pasión seguía intacta, el conductor le preguntó cada cuánto tenía sexo con su amado, y ahí la mujer descargó sus lagrimitas: desde que él está ultra-medicado por la presión alta, anda con las energías “totalmente caídas”…
Como dice el refrán, la felicidad consiste en no hacerle a los demás lo que no querrías que te hicieran a vos.