Mitos sobre la sexualidad femenina en el Dia de la Mujer

 

Día de la Mujer. Aunque no creo en las fechas, la celebración es siempre buena excusa para recordarle al mundo que la sexualidad tanto masculina como femenina sigue aferrada a ciertos tabúes y prejuicios, dañinos para las relaciones humanas. Respecto de las mujeres, no sé si hemos llegado a “empoderarnos” efectivamente en todos los ámbitos sociales que pretendemos, o en aquellos sobre los que tenemos genuinos derechos, pero en materia de sexo creo que si hemos dado saltos cualitativos comparando décadas anteriores. Hoy hablamos de sexo, en la cama pedimos lo que nos gusta, usamos juguetes y sabemos que la anorgasmia se puede revertir, por mencionar algunas de las cuestiones concretas de ese “hacerse cargo” del poder.

He aqui mi pequeña lista de mitos que considero harían a todos mucho más felices si pudiéramos desterrar para siempre de nuestras camas:

Las mujeres no disfrutamos del sexo casual. “Cada vez un mayor número de mujeres disfruta de encuentros sexuales casuales y muchas lo hacen respondiendo a un impulso psicológico o por aprovechar la oportunidad de probar cosas nuevas”, aseguraba la sexóloga Tracey Cox en la columna que publica ‘The Daily Mail’. Suele abundar todavía la idea de que necesitamos alguna clase de promesa o garantia sentimental para intimar con un extraño. Pero hay una cuestión biológica que lo niega de plano. “Si es portadora del gen DRD4, es más probable que disfrute del sexo casual (y también más propensas a ser infieles)”, advierte la sexóloga y recuerda una investigación de la Universidad de Nueva York sobre este gen que, cuando está presente en el ADN, los individuos son más propensos a “buscar nuevas sensaciones” y a sentirse atraídos por las “satisfacciones instantáneas” como consumir drogas o dormir con extraños. Ya lo anticipaba Helen Fisher, antropóloga y bióloga especializada en comportamiento humano, que la mujer de las cavernas tenia siempre dos hombres en la agenda; el padre de sus hijos y otro de repuesto por si faltaba el primero y no había quien proveyera sustento a los hijos.

Que no vemos pornografía. Quizá nunca nos gustó el contenido sesgado que ofrecía hasta hace poco la industria del tiple XXX, siempre enfocada en el goce masculino. Hoy existen directoras de cine que han elevado el género aportando imágenes con tratamiento igualitario. Sin embrago el neurobiólogo Ogi Ogas, en un artículo publicado en Psychology Today sugiere que las consumidoras de ese porno es bajo en relación al número total de mujeres que ven pornografía pura. Esas páginas tenían apenas 1% del tráfico mientras el porcentaje de mujeres que veían contenidos eróticos no creados para ellas seguía siendo mucho mayor. Ya una investigación de la consultora Nielsen en 2003 arrojaba un 27% de usuarias de sitios porno, de hecho PornHub, de las páginas más populares registraba entre 25 y 35% de seguidoras.

  desmontando los mitos summerstations

Que el tamaño no importa Si, definitivamente importa, pero en la cama no lo es todo. La Universidad Nacional Australiana con sede en Canberra demostró que el atractivo del miembro masculino es directamente proporcional y según los biólogos, esa predilección es instintiva ya que antes de que el ser humano tapara el cuerpo con ropa las mujeres considerábamos que las medidas indicaban la capacidad reproductiva del varón. Aunque aquello no se demostró, los biólogos autores de este estudio publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU les mostraron a 105 mujeres jóvenes unas cincuenta imágenes de cuerpos varoniles con diferentes aspectos. Todas optaron por aquello que les causaba más impresión.

Que no nos masturbamos. Desde que existe el ser humano existen los juguetes sexuales, usados nada más y nada menos que para la auto estimulación genital. Las bolas chinas, los consoladores y más tarde los vibradores. La era del tupersex puso al descubierto algo que hasta las abuelas practicaban, y no siempre con elementos y electrodomésticos fabricados por la industria. El Instituto Kinsey, el primero en hacer una gran y exhaustiva encuesta sobre la sexualidad de los estadounidenses develó ya a mediados del siglo pasado que dos tercios de las mujeres admitieron masturbarse con frecuencia. Imaginen la cantidad de mujeres que lo hacen y no lo cuentan.

Que no pensamos en sexo con la misma frecuencia que los hombres. Pensamos todos los días. Mientras las estadísticas aseguran que la mayoría de los hombres piensa al menos 19 veces al día, las mujeres piensan en sexo unas 10, y la que más veces admitió llegó a 140 pensamientos eróticos en menos de 14 horas. Esto es bastante más si se tienen en cuenta que los hombres le dedican la misma cantidad de pensamientos a la comida (18 veces por día), algo en lo que pensamos mucho menos las mujeres, (en especial las que vivimos a dieta) según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio dirigida por el psicólogo Terri Fisher.

Que somos conservadoras en la cama. El éxito de las 50 Sombras de Grey y el desabastecimiento de esposas, látigos y prendas para la práctica del bondage indican lo contrario, que las mujeres estamos desde siempre al tanto de las novedades que ofrece el placer, de hecho la fantasía más recurrente es la del trio, sea con dos caballeros o con dos mujeres, por lo que también queda claro que somos permeables a la bisexualidad. Un estudio de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, realizado entre 5000 mujeres y 4200 hombres, conducido por la socióloga Elizabeth McClintock, arrojó que hay un rasgo en las mujeres que las hace más propensas a explorar las relaciones entre personas del mismo sexo, si surge la oportunidad. La variedad de series en Netflix que abordan el tema lo confirman.