Un chiflete de viento silba (gracias Abril, fue error de tipeo, comprenderás) en mi ventana y pienso en el invierno que otra vez me calará el hueso… y yo sin la almohadita térmica. Un corto circuito me la incendió el año pasado mientras me daba calor en las cervicales. Por suerte saltaron a tiempo los tapones del edificio, que si no se me quemaba hasta la peluca. Volviendo al asunto del frío, tengo un amistad a la que cierta vez le dí derechos (temporales) y desde entonces, cada vez que baja la temperatura, sin saber si estoy sola o mal acompañada, llama para ver si le renuevo el pase. A mí me halaga su militancia. Lo adoro. Me alimenta la autoestima.
Este año me apiado y le pregunto, ché ¿y seguís de novio con la misma chica? Sí… ah bueno, entonces hablemos el próximo invierno, le digo, y me explica que sigue con ella porque la quiere mucho y le dá lástima “patearla”. Doy fe que es verdad. Ella es de esas mujeres que se las ingenian para retener una relación, a cualquier precio. El año pasado estuvo a punto de dejarla y, apenas lo intuyó, la tipa corrió a ponerse tetas nuevas con tanta buena suerte que una le estalló adentro y él terminó acompañándola al médico todos los días, culposo.
no me dejes, papito, ne me quitte pas, je t’offrirai
des perles de pluies… Olaf Martens
…¿tan buen sexo tendrán? me pregunto, porque ésa suele ser una razón de peso para no abandonar a alguien. Busco en san google y encuentro en varias páginas diversas hipótesis sobre las razones por las que los hombres no dejan a las mujeres…
ejemplo, porque están comodos, o les cuesta mucho dinero si es que están casados, o porque no quieren dejar de vivir con sus hijos y no les importa seguir mientras puedan hacer una vida paralela, tener lo mejor de dos mundos. A veces no se separan porque son inseguros, o les da pereza pensar en empezar de nuevo con otra mujer, hablar, explicarse etc. Pero fundamentalmente, dicen los especialistas en conducta humana, los hombres no se separan sino que “los separan”…
Es decir que, dejando de lado la metáfora y volviendo a mi latin lover, él la engaña alevosamente con la intención no consciente de que ella lo descubra para así poder irse de una vez, pidiendo perdón y sin dar demasiadas explicaciones. Para ahorrarse la cobardía. Aunque a mi modo de ver el infeliz no se dió cuenta de que ha caído en su propia trampa: ella sabe que la engaña, pero no piensa decírselo nunca, algo que hacen muchas mujeres y que no me parece ni bien ni mal: cada quien sabe cuál es su truco.
¿justo ahora que me tatué tu nombre me vas a dejar? methanit via bigfun
Evidentemente, pienso, este par de “enfermitos” pueden estar así durante años, y probablemente hasta se casen y tengan hijos, perro y casa con jardín y él me siga llamando cada invierno, para ver si le renuevo el pase. Sin duda la cosa es como dice Woody Allen: “hay matrimonios felices y otros que duran toda la vida”…
Probablemente para entonces, el próximo frío, yo ya tenga una almohadita térmica nueva…