Los portales de citas son el salvoconducto perfecto para tímidos y extraños, pero la mayoría de las veces son decepcionantes, con perdón de quienes recurren a la herramienta para encontrar pareja, o sexo casual, para el caso da igual. Yo me he anotado en varios solo para espiar y, la verdad, a estas alturas de mi soireé confieso que nunca se me ocurriría vincularme con alguien capaz de esconderse en la virtualidad. Defintivamente, me pierden los tipos que se animan a enfrentar a una mujer cuando les gusta, o a un hombre, vaya el caso. Hace unos días me contaba mi vecina que una amiga suya se pasó dos meses chateando con un sujeto que luego se negó a conocerla en persona….¡las yemas de los dedos ampolladas, para nada!
“sos de la época de la máquina de escribir”, me dijo un conocido.. y, sí!
Buceando datos en un conocido portal dí con una interesante hipótesis sobre el impacto que tiene en la sexualidad masculina el uso, o abuso, de la red. La sexóloga Brandy Engler, que atiende a muchos ejecutivos de Wall Street, acaba de reeditar su libro “Los hombres en mi diván” (The men on muy couch) donde describe cn punto y coma las historias, fobias y disfunciones sexuales más comunes de sus pacientes. (¡Qué ganas de estar ahí para escuchar!) “Entre los factores que pueden explicar el creciente número de hombres (y mujeres) que no pueden controlar sus impulsos sexuales, uno de los más citados es Internet y la manera en que ciertas páginas nos han hecho perder la vergüenza y el miedo. En la Red, la pornografía es libre y está al alcance de cualquiera. Es como si pusiéramos cocaína en los botiquines médicos, como dice un paciente sexoadicto”, dijo la experta en una entrevista, en la que le consultan las causas por las que cierta generación se relaciona mal, o poco con las mujeres fuera del ámbito laboral. “Hoy pueden irse a casa, ver un vídeo porno y obtener satisfacción. No tienen que aprender a vencer la ansiedad ni encontrar la manera de charlar con las mujeres. No se desarrollan, no crecen… Tuve un paciente que pasaba así todo el fin de semana. Nunca interactuaba con una mujer real. Sus relaciones con el otro sexo solo sirven para agrandar aún más sus egos”
Vaya mundo, éste. Tanto porno virtual acabará criando amantes vagos, o peor, malos, pues muchos todavía creen que así se deben hacer las cosas. Como digo siempre, antes de dar con un especímen semejante, prefiero irme a bailar unos tangos…