Anoche me invitaron unos amigos a cenar a un bodegón asturiano que funciona desde hace años fuera del circuito cool de Palermo Viejo. Allá fui. Quienes me conocen un poco saben bien que no soy devota del “santo del amor” ni de ninguna celebración comercial parecida, sin embargo creo haber encontrado el lugar perfecto para recomendarle a los creyentes que deseen aprovechar el San Valentín para sacarse de encima una relación que no funca…o bien para enamorarse definitivamente. Si la cita sobrevive a Jorge y su Bota, con seguridad puede que se trate de la mujer, o el hombre de tu vida….
Video subido a Youtube por Leobaldo
El plan romántico se pincha al entrar en el salón iluminado con lámparas de bajo consumo, vitrinas repletas de trofeos y medallas de pesado metal (el restaurante funciona en un club), plantas de verde falso y, entre otras piezas exóticas que decoran el lugar, grandes cabezas de bichos que miran fijo a los comensales mientras éstos degluten la entrada de porotos con ajo y soportan el acting de un gallego que recita El toro enamorao de la luna al tiempo que traga el vino de una bota de cuero. Después vendrán tres bailarinas con castañuelas, un señor que deleita una inmejorable versión de Noelia Noelia Noelia Noelia Noeliaaaa (sé el estribillo, no me acuerdo del título) y finalmente la showoman que animará el resto de la velada cantando el tango que mejor le queda al sitio: Cambalache.
Y así se irá la noche, entre morrones en escabeche, ensalada rusa, bestiales fuentes de embutidos … y sin que hayas podido meter palabra con tu acompañante. Felizmente los integrantes de la mesa compartíamos el sentido del humor, así que aplaudimos como locos y hasta le pedimos bis al gallego. Ya dije: románticos, abstenerse.