Leo cómo es ésto de “las 10 ventajas de tener un amante más joven” (luego de ver en Youtube Dos Madres Perfectas, ahora y espero bajar El Graduado) y encuentro un artículo en el que se demuestra estadísticamente que hoy, a la hora del sexo y el amor (no son lo mismo) la diferencia de edad pesa más para las mujeres que para los hombres, según una encuesta realizada por un portal de citas entre 117.000 usuarios.
Sin dudas el género femenino ha superado el miedo a amanecer con la cama mojada, como decían las abuelas, para plegarse ampliamente a aquello de que el “amor” no tiene edad (o que es ciego, en el peor de los casos). Cuestión es que mientras los hombres siguen buscando compañeras de entre 6 y 7 años menos (y más chicas aún) las mujeres prefieren candidatos que no le lleven más de 1 o 2 años, dice la encuesta. Pero a noticia es que estamos estirando esa brecha, según se desprende de otro estudio de la Universidad de Cardif, (Reino Unido) que destaca el notable crecimiento del fenómeno cougar, término inspirado en la Sra Robinson, ese personaje de la inolvidable pelìcula que cité al principio. Hasta las señoras de 70 consultadas en ese trabajo dijeron que prefieren liarse sentimentalmente con alguien al menos una década más joven.
hola amor…¿como te fue en matemáticas? marvelous
Así estamos…¿asaltando cunas? No, bueno, casi. Cada quien sabe donde está su límite moral, lo que sí hemos comprobado es que la edad no garantiza un vínculo sexualmente satisfactorio, ni más o menos inteligente. La criatura puede ser alguien muy bien plantado y el adulto un gran descerebrado, y viceversa. La elección va en gustos, prejuicios sociales, carencias etc. etc. etc.
Pero según la psicóloga Theresa Di Donato, de la Universidad de Maryland, para calcular una edad mínima socialmente aceptable y poder pasearnos de la manito con el trofeo sin sentirnos observadas ni juzgadas (casi siempre por nuestras pares), podríamos partir de una regla matemática muy simple: dividir en dos nuestra edad y sumarle siete años.La fòrmula aplicaría también para estimar los pirulos máximos de nuestro objeto de deseo, pero haciendo el procedimiento inverso: restarle siete a nuestra edad y multiplicar el número resultante por dos. No sé, siempre fui mala para las matemáticas….