Hombres hablando de “minas” (las de carne)

 

Confiería Boston, rambla de Mar del Plata, mediodía. Un grupo entusiasta de amigos cercanos a los 50  (tiene razón el lector 17, según mis cálculos andaban por los 50, quizá tenían menos) – bronceados, vestidos con ropas audor y anteojos envolventes – debate en voz alta, hablando todos a la vez, cuántas horas al día hay que entrenar para ver resultados. Cada uno ostenta variados estados atléticos. Dos mujeres que volvían de trotar por la costa se acercan a saludar a un integrante de la alegre estudiantina. Se encontraron de casualidad. Cuando ellas se alejan, uno comenta:

esta mina era divina. Ahora no entra en una silla, pobre. Hace un tiempo me la crucé en el congreso de…(menciona un banco) y cuando la veo salir del buffet, iba con una montaña de comida, ¡tenía como 5000 calorías en el plato! ¡qué animal!

-mirá donde tiene las calorías, en el  o… – acota otro (risas)

original

¿jugamos al metegol después?

soakingspirit by Travel 67 via lavitaebella

Situación 2, Milonga Cachirulo, microcentro porteño. Dos habitués del lugar, apoyados en la barra, disfrutan de la velada sacándole el cuero a la concurrencia femenina. La pista está iluminada con dicroicas y, lamentablemente la celulitis, ese karma que nos pocea la piel sin remedio, se hace evidente bajo el efecto de las luces dirigidas. Como en los probadores de las tiendas. Uno, comenta:

-…cuánta “naranja” hay en esta feria, che. Con el brazo de…( fulana) rellenamos el bache de Encalada y Juramento.

Situación 3, Salón Inmobiliario, Rural de Palermo. Recorriendo los stands de las empresas que participan, desarrolladoras e inmobiliarias, un señor de traje azul y botones dorados, le dice al otro:

-uy, qué buenas están las “promotrolas” este año…

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¿Cómo hablan los hombres de las mujeres cuando están entre hombres? Imposible adivinarlo, a menos que tengas oídos biónicos o te hayas criado entre varones. Conozco poco y nada de la psicología masculina (si es que existe la psicología masculina), pero tras años de parar la oreja (el voyeurismo auditivo me encanta) aprendí que tanto acá y como allá, cuando se lo proponen, los hombres pueden ser más crueles que las mujeres con las mismas mujeres. ¡Dios te libre de la lengua viperina de algunos bailarines de tango, cuando una pasa delante del tribunal examinador! Se corre el peligro de patinar: esas mesas suelen chorrear veneno.

owlsnest

ya sé que me estás criticando el “atrás”

lavitaebella

Roberto Fontanarrosa solía decir que las conversaciones masculinas son la “nada misma”, pero escuchando de rebote, como lo hice en estos días, compruebo que hasta la “nada misma” puede ser despiadada cuando se trata de calificar al sexo opuesto por su condición per se. Eso noté también en el post sobre Cristina, elegida entre las más sexies del mundo, comentarios que por cierto no hubiera aprobado ni pudiendo hacerlo.

Los hombres nunca hablan de mujeres, por supuesto. El tema hasta a mí me aburre. Sí hablan de “minas”, aunque no le dedican al asunto más de unos segundos….segundos a veces lapidarios. O no.

La mina, sabemos, no es una madre ni una hermana ni una prima ni una novia, sino un individuo femenino desconocido portador de lolas y trasero, atributos mensurables a ojo y que indefectiblemente habrá de colocarlas en la categoría de minón o minita. El diccionario del lunfardo dice que el vocablo mina “se forja con la aféresis de la palabra italiana femmina y la contracción de la gallega menina, a lo que se suma el juego de lenguaje metafórico usado por los proxenetas, ya que la mujer con su cuerpo les reportaba riquezas, como una mina”. De ahí viene ese eterno tufillo peyorativo, y que no tiene nada de malo, por supuesto.

Ser un “minón”  quiere decir que estás más o menos deseable, o también que sos una gran persona. Y eso es un halago. Pero la palabra no suena bien cuando va teñida de prejuicio. Una promotora no es una reventada, sino una chica que tiene que bancarse horas parada repartiendo volantes y sonriendo aunque esté en esos días y después tenga que pasar dos horas arriba de un bondi para volver a casa y ponerse a estudiar. Por lo de la celulitis, queridos, es una enfermedad que hasta la flaca la padece, como la calvicie prematura en los hombres.

En fin, la vida nos pone siempre mano a mano. Aunque deberíamos tratarnos mejor.