¿Quién no ha colgado el póster de su ídolo en la pared del dormitorio adolescente y en la penumbra de la noche no ha imaginado que el ídolo salta de la foto y baja hasta los pies de la cama para hacernos realidad algún sueño?
Recuerdo que en la gomería de mi barrio de la infancia, don Rita guardaba entre bulones y latas de Bardhal para coches, una intensa colección de almanaques con chicas para el infarto en poses no tan santas, y el viejito pasaba horas ahí dentro, encerrado en su taller. Supongo que a las mujeres les pagaron y aceptaron ser la fantasía del calendario, por eso no entiendo el enojo de la inglesa Kate Moss, que desde hace poco más de una década vive de mostrar su cuerpo, y no precisamente del todo cubierto. Tengo presente una imagen suya con un bikini “esencial” hecho con tres tapitas de botella, atadas con cadenas de Chanel… ¡hermosa!
¿quién es la morocha del póster?? nakedsushi via bigfun
Pero parece que la rubia coincidió hace unos días en una fiesta de cumpleaños, en México, con el chico Enrique Iglesias. Cuando el cantante español subió a un escenario a cantar su hit más meloso, viendo a la top model sentada entre los selectos invitados, se inspiró y le dedicó un párrafo, relativamente halagador: “Kate Moss, cuando era un niño estaba enamorado de ti. Sé buena, tenía un poster tuyo en mi pared”.
No queda claro si fue porque le dijo vieja, entre líneas, o porque sugirió que alguna noche fue su “musa inspiradora”, cuestión es que la rubia enfureció y ahí nomás se lo hizo saber, según la crónica del Sunday Mirror. En fin: házte la fama y échate a dormir, querida. Aunque, bueno, el chico tampoco estuvo a la altura…
Kate, cómo no ser chica de póster…