Ayer el microcentro se llenó de esos fastidiosos papelitos que la gente tira desde las oficinas, una porteña señal de ruptura con el pasado inmediato y un indicio de que la felicidad está a punto de llegar. No entiendo eso: la vida se va demasiado rápido, y nosotros tendemos a empujarla mentalmente, como si tuviéramos insatisfechos de estar acá y quisiéramos mudarnos a otra parte, pronto….¿qué apuro tenemos?
Yo quisiera detener el presente. Me gusta la vida como está. Creo, como dicen por ahí, que el futuro es pura imaginación.
Algunos dicen que “lo mejor está por venir”, y es más que probable. Pero yo prefiero pensar que lo mejor está sucediendo. Mi deseo para el 2010 es que el año no trascurra entre expectativas y calendario, sino que todos podamos conectarnos más con nuestro presente.
He aquí un texto que completa la idea:
“Cuenta la historia que el sabio Confucio animó a uno de sus discípulos a caminar por el bosque. Mientras el maestro paseaba distraídamente, silbando y observando los árboles y los pájaros con los que iba cruzándose por el camino, su acompañante parecía nervioso e inquieto. No tenía idea de a dónde se dirigían. Harto de esperar, finalmente el discípulo rompió su silencio y le preguntó: ¿a dónde vamos?. Y Confucio, con una amable sonrisa en su rostro, le contestó: “ya estamos”.
¡feliz presente!