Cuánto daño se le habrá hecho a Dominique Strauss-Kahn si finalmente se comprueba que le tendieron una cama, o por lo menos que no es el responsable absoluto del episodio del que la mucama, la policía, la justicia y la opinión pública lo acusan. De ser así, el mundo entero se apuró a linchar a una persona sin haberle probado delito. Aunque le retiren los cargos y le pidan disculpas, su reputación ya está arruinada, quizá, desde mucho antes.
que me guste bailar no quiere decir que… via Afuckaday via codicebinario
Sin duda, el sexo es lo que nos hace vulnerables a los demás. Haciendo zapping días atrás, con la intención de poner la mente en remojo y olvidarme del encierro, descubro que todos los programas de chismes le habían dedicado la tarde al frustrado casamiento de la chica Nara y el futbolista uruguayo, cuyos gustos sexuales estaban en duda, como si ser hetero o gay fuera una “noticia”…
Las mismas sospechas se tejieron años atrás sobre el príncipe de Mónaco, y solo porque era un solterón. Resulta que el “último play boy” acaba de casarse y además resultó ser un real semental, con cerca de 4 hijos naturales no reconocidos, razón por la que la flamante esposa quiso escapar antes de la boda (eso sí que me suena raro). Finalmente a quien le importa, pero creo que difamar o sembrar dudas sobre algo tan privado como las ideas o la vida sexual de una persona debería ser un delito penal (tal vez ya lo es, y yo soy bruta de leyes), pues el daño es irreparable. La especie humana no tiene memoria retroactiva, y valga la redundancia pues quiero decir que lo que se nos fija en el recuerdo es la última noticia o dato que tenemos sobre alguien, y no su historia anterior. No recordamos sus méritos sino la metida de pata, por mínima o estúpida que haya sido. Entonces, surge el estigma.
dicen que soy exhibicionista y es mentira!!! oldtimereligion via bigfun
Yo, como muchas personas (supongo) no estoy en condiciones de tirar la piedra. Hace algunos años una amiga quiso presentarme a un escritor relativamente guapo y conocido, y cuando se lo comenté a una colega que entonces trabajaba en una importante editorial, no sé si por maldad o buena fe, trajo al presente en una mesa de café el chisme que había corrido en los pasillos de las redacciones sobre las costumbres eróticas del hombre en cuestión. La verdad es que aunque me dio más morbo que espanto (y…sí), preferí evitar el mal rato de quedar gratuitamente involucrada al extravagante sujeto, por así decirlo.
Ahora siempre que leo algún texto o veo sus libros en los estantes de las librerías me viene a la mente esa imagen y me pregunto si aquello habrá sido verdad, o es la venganza de alguna despechada…