Reflexionar entre amigos trae nuevas preguntas y, en consecuencia, otras respuestas, diferentes a las que ya tenías. Uno crece a partir de los demás, qué duda cabe. Semanas atrás hablando sobre las relaciones después de los 40 y su pasmosa brevedad, los tertulianos coincidimos en que a estas alturas no esperamos un par ni un complemento, sino simplemente alguien que quiera estar con vos, y viceversa.
Recordando esto en la semana volví a ver por cuarta vez mi película romántica de cabecera (después de Lost in Traslation) y así fue como Her, del genial Spike Jonze (ya lo publicamos acá), con Joaquim Phoenix y voz en off de Scarlett Johansson, vino a cerrar con moño aquella cuestión. Mucho más después de leer la lúcida reseña de Juanjo Jambrina publicada en Jot Down, una revista sin desperdicio, que cada tanto me leo.
El amor es una larga conversación, intenta decirnos esta película que centra en el diálogo el vínculo sentimental de los personajes principales, Theodore, un solitario que escribe cartas para otros, y Samantha, un sistema operativo dotado de voz y conciencia femenina. La persona con la que podríamos estar horas hablando, y olvidarnos del mundo, es LA persona… desliza Jambrina, que no pudo describir mejor lo que es el amor en este mundo tecnificado.
diálogo y buen sexo…qué más?via crushculdesac
Les copio un extracto de esta nota inspiradora, vale la pena leerla:
Her sigue deleitándome, por lo contrario, porque es una formidable reivindicación del elemento más fieramente humano: la palabra. Y en concreto, de la palabra como pilar básico de las relaciones sentimentales. Her pregunta por el papel central que debe ocupar la conversación en las relaciones amorosas y que se ha ido esfumando. Nada más antiguo ni más eterno. Theodore, el solitario protagonista, no se enamora de la tranquila y cálida voz de Samantha. Se enamora de un diálogo, de una interpelación, de alguien que le habla y que le ayuda a superar sus conflictos emocionales. Her es, ante todo, un sonoro recuerdo de la potencia que tienen los vínculos afectivos sobre la pura atracción corporal. Porque la voz de la que se enamora Theodore carece de cuerpo pero él tiene la sensación de ser querido, escuchado y comprendido. Vivimos entre máquinas cada día más inteligentes, en ciudades cada vez más sofisticadas y con cuerpos maltratados hasta alcanzar el nivel del ébano. Pero habitamos un mundo arrasado por la incomunicación, señala Spike Jonze, por mor del antihéroe Theodore.
Así que si queremos que una relación sentimental sea posible la palabra es el cemento imprescindible para ello.
Este sagrado mandamiento de la vida afectiva me lo recuerda con cierta frecuencia mi amigo el escritor José Lázaro con un aforismo de Nietzsche en Humano, demasiado humano: «A la hora de contraer matrimonio hay que hacerse esta pregunta: ¿crees poder tener una agradable conversación con esta mujer hasta la vejez? Lo demás del matrimonio es transitorio, ya que casi toda la vida en común se dedica a conversar». Una conversación. Resulta que el matrimonio se sostiene sobre una conversación cálida, pausada, interminable… Una conversación… El amor es una larga conversación. Como la que tienen Theodore y el Sistema Operativo Samantha en Her….
Una conversación libre, ligera de equipaje y excitada como la del doctor Bruno Sachs con su novia, contada por el médico y escritor Martin Winckler desde los ojos de una camarera de la cafetería donde la pareja se encuentra por las tardes: «Casi siempre vienen juntos. Y cuando están juntos, hablan. Hablan mucho, a veces, durante largo rato…. A veces oigo trozos de la conversación. Empieza: “¿Sabes lo que ha pasado esta mañana?”. Y ella: “Dime…”. Están enamorados, y dura. Se ve en la manera que se hablan… Nunca miran a su alrededor cuando están sentados en la terraza; en cambio en otras parejas suele haber uno que habla y otro que mira a su alrededor, para ver si reconoce a alguien o para ver si es reconocido. Él solía ser taciturno y ahora lo es menos a medida que pasan los meses».
Resulta que es una conversación lo que estabiliza nuestros amores y nos da la calma. Y eso aunque nuestro mundo tecnificado lo reclama todo rápido. Pero el amor es una mercancía que no puede comprarse hecha. Hace falta conocerse, hace falta hablarse sin prisa y durante largo tiempo para crear complicidades con el otro y sentirse acogido, comprendido y defendido. De todo este fuego de la vida, de este homenaje a la palabra, a su capacidad para sostener las más grandes historias de amor….()