Cómo bailar en el caño sin romperte el cuello

 

Lo que la naturaleza no te da, en un curso se aprende. Quienes desconfíen de sus habilidades naturales para besar o desabrocharse la camiseta a lo Kim Bassinger en 9 semanas y media; para aquellos que van al albergue transitorio y encuentran que la habitación tiene un caño – pero apenas pueden treparse a un banquito y hacer la postura del ornitorrinco-, sepan que en Buenos Aires han florecido academias y escuelas donde imparten técnicas para despabilar u orientar ese “yo erótico” que todos llevamos dentro.

Mi amiga Marilú, por ejemplo, toma clases de estriptís. Ya sabe bailar en el caño. Hasta fue a Cabildo a comprarse un traje de Gatúbela de cuerina charolada, medio berreta (se le descosió) y hace poco consiguió en Páginas Amarillas una empresa que coloca el caño a domicilio, por lo que puso en venta la bicicleta fija. Todo en el dormitorio no entra.

Hay que ampliar el repertorio sexual, querida

K. flight via ponyxpress

Es vastísimo el panorama de prácticas amatorias subterráneas que el siglo XXI ha traído a la superficie, a veces de manera peculiar y sorpresiva (¿recuerdan que David Carradine obitó estando desnudo adentro de un placard y con los genitales atados por una piola?. Pobrecito ¡terminar así después de un éxito como Kung Fu!).

El paraíso no tiene límites, y en esa omnipotente sensación de infinitud cabe este humano y desopilante frenesí contemporáneo por saber de qué se trata el tabú, el lado oscuro de la luna. Con esa licencia incuestionable han surgido expertos y cursos sobre artes que se suponían eran inherentes al instinto básico. Pero sería demasiada soberbia, y muy aburrido, suponer que lo sabemos todo: no habría lugar para el asombro. Así que, porqué no mejorar la perfomance y de paso aventurarse en una clase de Kamasutra, seducción, beso, tantra, taosmiling, sadoasoquismo, transformismo, bondage y encordamiento, streaptease, afrodisíacos, pole dance y mejor no sigo porque son muchos y se me caen de la página.

Algunas de las escuelas ofrecen esparcimientos alternativos a la teoría, como el servicio de cosquillas, una cosa que efectivamente debe ser una risa. Les aseguro que investigando encontré que la concurrencia en varios es masiva, tanto de hombres como mujeres.

Si me sobrara el tiempo me anotaría en casi todos. Como dice Gatúbela, para pasarla mejor conviene estar informado…