Un martes gélido del invierno pasado, a eso de las 23, estando yo adentro de la pijama y regando la alegría del hogar que me regaló mi amiga Tota, suena el celular. Como no reconozco el número, no atiendo. Vuelve a sonar.
-hola Amanda, ¿como estás? soy Carlos
-….
– ….ahhh, ¿qué decís?..(uff, el regreso de los muertos vivos PD: frase utilizada comúnmente para referirse a los que desaparecieron y reaparecen en tiempos de frío, y como si nunca se hubieran ido) pensé, sosteniendo el teléfono con la oreja mientras acomodaba la plantita en el balcón.
no estoy para risoto…. via the wonderladcode
A Carlos lo conocí ese verano por intermedio de un amigo. Buen arquitecto, chico delgado y fumador, le gustaban los árboles, dibujaba precioso y casi nunca abría el mail. Vivía en Colegiales. Dejamos de vernos apenas se evaporó el calor (estival), hacía meses, ya. Mientras lo escuchaba hablar me la veía venir. Recordé que era perseguidor como palomo de plaza. Apuró el saludo y las preguntas de cortesía, y fue al grano.
– Te llamo para invitarte a comer risoto y ver la tele en la cama
-¿eh?…te agradezco. Suena bien lo del risoto, pero si tenés ganas de charlar, encantada vamos a tomar algo en la semana. ¿cómo van tus cos…
– Quiero que vengas hoy a comer. Dale, ¿venís?
-no, gracias, en serio…
-¿por qué?
-no puedo…
-¿por?
-no, pero nos vemos en la sem…
-te llamo para invitarte ahora, hoy
-estás desvariando, querido…
-¿desvariando?
-¿por qué cruzaría la ciudad a las once de la noche un martes para “ver la tele y comer risoto” a tu casa a-ho-ra?
-¿y por qué no?
Insitió dos veces más con el y por qué no y cortó, y yo me fui a dormir. Entre las sábanas me reí de la situación, que me resultó halagadora, además valoro que no me hagan perder el tiempo con frases del tipo (“ay, sos tan linda”, “siempre pienso en vos”, “todo te queda bien”, “sos diferente”). Si el plan es sexo, ¡para qué tanto verso!. Es lindo ser objeto sexual de alguien…. ¿ a quién no les gusta ser la fantasía de una noche solitaria?
El “palomo” no volvió a llamar. Y aclaro que esa noche no fui hasta Colegiales porque hacia tiempo había perdido el interés en él. En fin. A la hora de encarar, cada maestro con su librito. Por mi parte creo que la insistencia avasallante es menos persuasiva que el humor. Hace unas semanas caminando por Parque Patricios descubrí un pasacalle (foto de arriba) y me encantó el tono del Romeo: “Gaby, dáme la oportunidad de conquistarte y hacerte feliz.”
No sé que hizo la tal Gaby, pero aunque la propuesta dure una sola noche, esa frase mueve montañas, cualquier martes de invierno!