Recuerdo con cariño a mi vecina Angélica, una ex directora de escuela que murió el año pasado a los 83 dejando viudo a un marido 17 años menor, y tullido por el Alzheimer. Supe los entrelones de su historia de amor un domingo por la tarde, cuando él se hizo pis encima por quinta vez y ella, ya cansada, me pidió que fuera a la farmacia por más pañales. Se habían enamorado de manera fulminante en la parroquia del barrio. Angélica no disimulaba los 39 y a él se le notaban los 22. “Así como lo ves ahora, era espléndido, eh” , solía decir añorando esos tiempos de lujuria.
Erwin Olaf retrató a las pinups de más de 60
Ay, qué destino cruel, ¡casarte con un tipo más joven para que te atienda en la vejez y que el tiro te salga por la culata! pensaba yo, escuchando su lamento. Pero mi vecina no fue la primera mujer “cougar” (puma) de la que tuve noticias.