Y un día volvieron los swingers…

 

A Merchu le volvieron los swingers….¿se acuerdan? hace dos años ya (yes, este blog va para dos años de existencia) mi amiga, que alquila habitaciones a turistas en su destartalada casona de San Telmo, recibió el llamado de una pareja de canadienses que, tras hacer la reserva, le aclaró, como si nada, que eran de practicar el intercambio de pareja.

Aquella visita fue un desastre. Los swingers eran muy simpáticos, pero se tomaron el atrevimiento de armar un party con sus pares en el jardín de Merchu, que se desayunó del evento apenas entró a su casa y vió una masa de individuos semidesnudos flirteando alrededor de la piscina.

sunshinepeople

revueltos… pero no juntos via sunshinepeople via bigfun

Cuestión es que este año volvieron 3 de las parejas, pero la cosa se puso fulera: una de las esposas se puso “de novia” con el marido de otra. Eso rompe completamente los códigos y principios de esta costumbre sexual tan extendida (valga la redundancia) en todo el mundo.

Merchu me cuenta por mail que los tórtolos fueron pescados in fraganti mientras paseaban de la mano por la noche oscura de mi barrio días atrás, lo que despertó la ira de la esposa “cornuda”. Es que el amor no está contemplado en el reglamento del intercambio. Es algo tácito: se supone que el sexo en grupo es un esparcimiento íntimo para la pareja, que ahí no caben los sentimientos, sólo el instinto. Pero bueno, de carne somos, y el amor siempre te despeina…..

internationalyn

esposas compartidas via internationalyn via bigfun

Como mi amiga vive reformando la propiedad, los albañiles están de lo más entretenidos pasándole el parte diario del romance swinger. En vez de dedicarse a terminar el revoque fino de la galería, están meta chusmear los acontecimientos que se suceden en el departamento de los canadienses, que ya es carne de telenovela. Dicen que se armó flor de pelotera a raíz de la “infidelidad” y que alguien hasta se ligó una trompada.

El que se la pasa swingueando es el gato de Merchu, que como está más allá de  estas cuestiones pedestres, le ha tomado cariño a los pasajeros, y hasta duerme con ellos.  Mi amiga se lo ha tomado con calma y no ve la hora de que  “rajen”… para que los albañiles le terminen de una vez la galería.