Molestando a mis demonios…

 

ya sé que no es de gente educada desaparecer de repente y volver como si nada, un día cualquiera, como hoy, por ejemplo.  A los blogs hay que cultivarlos, regarlos como a las plantitas, para que crezcan, se multipliquen y el vergel esté siempre florido, dice mi amiga Guadalupe, experta en el género. Pero a mí me tragó la tierra.

Sentí el cansancio una tarde en que, revisando los últimos post, noté que ya estaba escribiendo “vaca” con be larga, “ojos” con hache… un papelón tan innecesario como emborracharse en una fiesta a la que entraste de colado. La libido se me había apagado, sin dudas y, ante esa situación involuntaria de la naturaleza, mejor callar que sanatear, pensé.

 

dolce far niente, y en lolasvia lavitaebella

Sucede. A veces ese empeño sanguíneo que uno le pone a ciertas relaciones, situaciones o personas, no alcanza para cubrir la “falta de deseo”, y eso que la Web está llena de estupideces sobre sexo y que podría haber hecho copy paste para disimular el desgano. Pero eso es casi lo mismo que fingir un orgasmo, y creo que aunque hacer el show te salva en el momento, a la larga no es lo más honesto.

Por estas horas estoy reamigándome con el espacio, y con mi alter ego, Amanda (el otro día en un probador de tienda alguien gritó ¡Amanda! y yo como una boba pregunté ¿quién me llama?).  Mis amigos me han pedido que, si no quiero escribir, al menos les suba alguna fotito de ésas que tanto los “calientan”. Bueno, acá va la fotito, queridos. Sin ser yo la de la imagen, pues no soy de andar en tetas en público, ilustra un poco de mi estado actual: vagancia absoluta y leyendo cosas bellas (Molestando a los demonios, el último libro de poemas del gran Daniel Samoilovich) mientras vuelven la musa, y la vocación.

PD: No me extrañen más. Ya estoy aquí