Las mujeres somos muy mentirosas, a veces. Sé que con esta afirmación estoy tirándome el club en contra, pero llevo años formando parte de este equipo y no dejo de asombrarme cada vez que escucho a alguna amiga o conocida magnificar en público su rendimiento sexual y el de su compañero de turno, describiéndose ante las amigas como un par de “máquinas” insaciables.
Créanme, los relatos femeninos en estos casos suelen alcanzar altos niveles de ficción. Y, claro, si uno cae, si los toma al pie de la letra, al rato acaba sientiéndose una desgraciada: a ellas siempre les tocan amantes extra large, capaces de dar sexo sin pausa y hacer 97 de las 100 piruetas del nuevo Kamasutra.
largá la quitarrita y dejá de hacerte la sexy via ponyxpress
O tienen un radar, o no sé dónde los consiguen. Nunca les toca en suerte un normalito que cada tanto tome Viagra y tenga el coraje de decir en voz alta, como muchos hombres que conozco, “esta noche no, querida”.
Que me perdonen, pero la mitad exagera, y la otra miente. Después de haber tenido que escuchar hace un tiempo atrás, en un cumpleaños infame, las anécdotas y experiencias eróticas del más dudoso crédito, me pregunto ¿quién echó a rodar el mito de que solo los hombres alardean entre pares de las conquistas y proezas en la cama?. Es cierto, el paraíso está lleno de verborrágicos que creen que la virilidad se demuestra hablando, pero…. ¿y por casa?….
somos unos desesperados, lo hacemos en cualquier parte Noha Kalina via ponyxpress
….bien, gracias. Acá todas somos multiorgásmicas, y felinas para el sexo oral; ninguna tiene un juguetito en el cajón de la mesa de luz y mucho menos admite masturbarse, práctica sabidamente saludable y aconsejada por los especialistas por ser una alternativa para, entre otras cosas, conocerse mejor. Es larga la lista de mentiras femeninas que a la larga solo contribuyen a deformar nuestra propia intimidad.
Cuando me llegó por rss una nota muy bien llevada sobre el tema, no pude menos que recordar a dos amigas queridas e inteligentes que suelen caer en la tentación de engañarse a sí mismas inflando su potencial y el de su pareja de turno. Supongo que es una cuestión de autoestima, o de infelicidad no asumida. Una de ellas, con cada amante que estrena, logra “un sexo brutaaaal”, pero cuando esa relación vence resulta que el tipo no era tan “hábil”, que la primera vez fue un desastre, que a la segunda ella no estaba inspirada y lo que había “no era gran cosa”.
En fin. Y eso que la ciencia ha probado que somos distintos del cerebro a los pies…
PD: estoy entretenida con los mapas de Google, que ahora también se pueden ver en Google Earth, mucho más real. Aquí va otro mapita con sugerencias para pasar un sábado de invierno con los pies calentitos…
Ver Cómo "entibiar" una tarde de invierno en un mapa ampliado