Aunque resulte obvio, son muchas las veces que me encuentro dándole una segunda oportunidad a ciertas producciones televisivas. Es que, como ya lo hablamos, mirar una serie tiene mucho que ver con la experiencia a su alrededor, el momento en que nos sentamos a verla, qué otras cosas están pasando con nosotros y hasta nuestro humor durante ese día. Hay series que no nos terminan de enganchar simplemente porque las estamos mirando en el momento incorrecto.
Quizá uno de mis peores pecados es haber visto la primera temporada de Peaky Blinders en el momento en que estrenó. En ese entonces no me había parecido una gran cosa y la segunda vuelta ni siquiera me gasté en seguirla pero este año hice un re-watch y terminé absolutamente enbaderada por esa historia.
Algo parecido me pasó con Red Oaks, una producción de Amazon que ya tiene tres temporadas y probablemente no tenga muchas más.