[VIDEO] Lo mejor de la Media Maratón de San Francisco

Sin dudas fue un fin de semana muy especial para el atletismo argentino. El triunfo de Florencia Borelli aún resuena en el ambiente y queda la esperanza de tener un talento al que habrá que prestarle mucha atención de cara a los próximos Juegos Olímpicos de Río 2016.

En este video, te mostramos lo mejor de una competencia que cumplió 10 ediciones y hace dos dejó de ser exclusiva para mujeres. Desde el año pasado también pueden correr los hombres.

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[Video y Fotos] Florencia Borelli conquistó las calles de San Francisco

 

Cumplió con su destino. La marplatense Florencia Borelli se quedó con la Nike   Women´s Half Marathon de San Francisco. Con un tiempo de 1h18m22s la atleta del team de Leonardo Malgor comandó de punta a punta los 21,097 kilómetros que tuvieron a más de 30.000 inscriptos.

Si bien fue su debut en la distancia, a la joven de 20 años no le tembló el pulso y puso un ritmo demoledor a pesar de las duras y empinadas cuestas que debió subir y bajar. “Con mi entrenador tenemos la meta de llegar a los próximos juegos olímpicos de Río en la distancia de 42 km. Entrenamos duro muy duro vamos a dar lo mejor como siempre. Mi máximo anhelo es ser la mejor en ésta disciplina en Argentina”, dijo Florencia tras recibir un premio de Tiffany & Co.

El maravilloso recorrido por las calles de San Francisco estuvo coronado bajo un cielo gris y una intensa neblina que impidió apreciar los puntos más emblemáticos de esta ciudad de la costa oeste de Estados Unidos.

Mirá las mejores fotos de Florencia en su experiencia…

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A horas de la Media Maratón de San Francisco, una recorrida por la ciudad

Mientras en Buenos Aires el medio día de un domingo especial por el día de la madres, en San Francisco te mostramos, junto a Florencia Borelli, una ciudad que descolla por su belleza en la Costa Oeste de los Estados Unidos.

Mirá este video con la previa de la #WeRunSF, a menos de dos horas de comenzar.

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Maratón de Buenos Aires, el debut de Constanza Núñez

Por Constanza Núñez (*)

Alguien me dijo: “Escuchá a todos y sacá de todos un poco, pero hacé tu propia historia”.

10 de abril, ciudad Mendocina. Trataba de tomarme unos días de descanso, pero en lugar de ordenar mis pensamientos los desordené y en un impulso me animé a la inscripción de mis anhelados 42,195 kilómetros. Sólo pensaba en correr; hacía 4 años que el deporte había empezado a convertirse en el camino para mejorar mi calidad de vida. En ese momento supe que la carrera ya había empezado…

13 de octubre, 4.30 am. Se activaron todos los despertadores del departamento, un té, dulce de membrillo y dos tostadas fueron suficientes para despabilarme. Outfit listo; que orgullo verme con la remera del Indio Cortínez, por ser él quien me motivó estos meses a confiar más en mí misma y encauzar la energía. Mis papás no paraban de repetirme: “Sí se puede”, y como me decían desde chiquita: “Al que madruga Dios lo ayuda”.  Tenía mi confianza puesta ahí, sabía Quién sería mi impulso.

6.00 am, auto en marcha, Monroe y Alcorta allá fuimos. Carpa roja; Indio Cortínez Team + Fundación Para el Atletismo Asistido fue mi lugar de arranque. Al entrar no pude evitar emocionarme, ahí estaba Roberto Cárcamo, el primer atleta asistido que iba a correr una maratón representando a todos sus compañeros, nos dimos un gran abrazo, estábamos prácticamente en la cuenta regresiva hacia el gran sueño, palpitando las mismas sensaciones. Todo el team preparado y allá fuimos; con el corazón.

Ya dentro de la pista, arco de largada por delante se escucha: “Están a punto de largar el último campeón Argentino en maratón; el Indio Oscar Cortinez, impulsando a un atleta asistido”, en ese instante saqué la bandera que llevaba conmigo de Atletismo Asistido levantándola en alto, a decir verdad lo que mi metro cincuenta y pico me permitió, se los encomendé a Dios y allá partieron, sabía que lo lograrían.

10… 9… 8… 0… largamos. A ritmo di mis primeros km, la adrenalina me corría por las piernas, la gente nos alentaba llenándonos de fuerza mental. “Bienvenida a la maratón”, me dije cuando en el km 5 una gran puntada en el bazo me hizo parar y perder unos minutos. Traté de relajarme y bajar la ansiedad; venía a mí la frase: “En 42k todo puede pasar”, me angustié pero sabía que estaba muy cargada emocionalmente, ¡este debut significaba tanto!, así que respiré y logré recuperarme perfectamente. A pocos kilómetros la mano y las palabras de aliento de Jorge F, un amigo que el running me dio, me hicieron sonreír y empezar a disfrutarlo aún más. Si algo me gusta de la vida corriendo es el compañerismo; ¿quién dijo que correr es un deporte individualista? Kilómetros más adelante visualizo una remera con la inscripción “¿es necesario?”, me reí al ver que era el queridísimo Claudio Destéfano, encargado de la cruzada solidaria ¿quién impulsa a quién? de la Fundación para el Atletismo Asistido, quien ya había perdido al Indio y a Roberto Cárcamo de vista, contentos intercambiamos palabras. “En el km 28 empieza la maratón, tranquila”, me dijo.

Mente fuerte, ordenando mis pensamientos llegué al km 21 donde me uní a ritmo con un compañero también debutante. El sol empezaba a hacerse notar, la atmósfera de carrera era muy buena, me iba cruzando con muchos amigos y conocidos, lo que hizo que no necesitara de la música como motivación, quería vivir cada km con todos los sentidos. Km 28, me acordé de lo que Claudio me dijo y unas cosquillas me recorrieron, sentí que estaba cerca del gran anhelo. Me preocupaba no alcanzar a Robert y al Indio que habían pautado su carrera en 5hs, me preguntaba a mí misma: “¿Tan lento voy?”. Y fue ahí donde asumí que, seguramente, como gran campeón que es, más la garra de Robert, les había sido inevitable ir tranquilos volando hacia la meta llevando el mensaje: “Por más atletas asistidos en carrera, disfrutando de una actividad deportiva como se lo merecen”.

Metros antes al Km 36 sentí el cansancio generalizado, el calor me agotaba aún más pero las conversaciones conmigo misma me sacaban a flote. Visualizo la sonrisa de papá acercándose, mamá fotografiando el momento. No quería agotar el aire que iba controlando así que les regalé mi gesto; me toque el corazón y extendí la otra mano señalándolos; los pensé todo el camino, corrí por mis viejos.

Ya en la recta final el “no te detengas nunca” retumbaba en mi cabeza: Era imposible no llegar con tantas razones a cuestas que me daban empuje, no iba a permitirme aflojar. Los últimos 500 metros fueron gloriosos, no por mí, sino porque descubrí que cuando corro no existe nada imposible. Visualizando el arco de llegada saqué de nuevo la bandera para que todos vean a la Fundación para el Atletismo Asistido en carrera, pisé fuerte y se detuvo el cronómetro para mí en 4h16m50s. Me quedé quieta unos segundos; un policía se acercó a preguntarme si estaba bien, lo miré respondiéndole que necesitaba caer en la cuenta de que “Sí se puede”, y tardé pocos segundos en abrazarlo y largarme a llorar de felicidad. 42.195 metros que fueron más allá de muchas cosas. Dios fue mi compañero de kilómetros. No existe medalla alguna que resuma ese momento de sensaciones frente a la meta alcanzada.

No te quedés ahí sentado, salí a moverte, no hay limitación alguna que nos detenga.

(*) Constanza Núñez es encargada de prensa de la Fundación Para el Atletismo Asisitido y maratonista

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El diario de Florencia Borelli: San Francisco, día 2

La atleta marplatense Florencia Borelli, a horas de participar de su primera Media Maratón, dice: “Estoy muy ilusionada de estar acá. Es todo muy lindo. Quiero correr, dar lo mejor de mí porque sueño con estar en Río 2016”.

Mañana, estará en la línea de largada para ser una de las 30.000 protagonistas que recorrerán esta fantástica ciudad.

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El diario de Florencia Borelli: San Francisco, día 1

La atleta marplatense ya está en Francisco. El viaje fue largo, pero ello no impidió que disfrute cada instante de esta travesía que empredió hace más de 10 años. Claro, hace poco más de una década Florencia conoció el atletismo de la mano de Leo Malgor. Desde allí, entrena de manera dura y constante. Y este domingo 20 de octubre buscará otro logro más. Será una de las más de 20.000 mujeres que estarán en la Media Maratón de San Francisco, organizada por Nike.

Mirá en este video, su día 1… desde que partió de Ezeiza hasta su primer día de entrenamiento por las calles de San Francisco.

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Rumbo a un sueño: la media maratón de San Francisco

Parece increíble, pero llegó el día. San Francisco, Estados Unidos, está más cerca que nunca. La valija está lista y cargada de más ilusión que otra cosa. Algo de ropa, por supuesto. También de ansiedad y temor. Correr en otro país no es algo de todos los días. Al contrario, será mi primera carrera de calle fuera de las fronteras argentinas porque el año pasado debuté en un ultramaratón de montaña en Chile. Nada menos que los 21k de San Francisco me tendrá como uno de sus participantes.

Este viaje, un premio tal vez o un guiño del destino, quiso que sea como partenaire de una atleta con proyección nacional como Florencia Borelli (récord femenino de 5000 metros Sub 23 con 16m33s72/100). La conocí hace menos de dos meses y me encontré con una persona sencilla, humilde y con algo de timidez. Tres adjetivos que la definen fuera de las pistas. Claro, en su caso hablo de tartán o solado sintético, porque Florencia, de 20 años, es un producto genuino de la escuela de Leo Malgor, entrenador marplatense que  logró en 17 oportunidades ser campeón nacional de cross y pista y representó al país en más de 20 ocasiones. Y ella, desde su genética, va por un algo más que cumplir con el recorrido de su primer media maratón. En su caso, es verdad, será un salto de calidad en busca de armarse para poder lograr clasificar a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

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[Factor Running] Compactos: Irarrázaval, Petrucci, Calviño, Vargas…

Otra emisión del clásico de todos los lunes. Factor Running, con Gustavo Montes a la cabeza, pasó por AM 830 Radio del Pueblo (todos los lunes de 18 a 20)

Como siempre, en Runner Blog, te damos un post con lo mejor de la última emisión. Hacele click a las notas y escuchalas…

  • Entrevista a Francisco Irarrázaval, subsecretario de Deportes del Gobierno de la Ciudad: “Queremos que el recorrido sea turístico y lo más plano posible. Hemos pedido a los organizadores que agreguen mini-maratones, para fomentar el atletismo“.

  • Mario Petrucci, apoderado de Fundación Ñandú que organiza los 21k y 42k de Bs As: “La prensa extranjera recomienda la maratón de BsAs, es un empujón importante”.

  • Nos visitaron en los estudios, Juan Pablo Calviño y Will Vargas, dos de los super runners de adidas en Carrera de Naciones. “Buenos Aires es ideal para hacer marca, el circuito es plano“, dijo Vargas.

  • Escuchá el audio completo… O bajalo y llevátelo a entrenar. 

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42k en primera persona: “Sólo nosotras tres podemos entenderlo”


Por Cecilia Leoz (*)

3h47m28s dice el reloj que me acompañó a lo largo del trayecto marcando el final feliz de un sueño compartido hecho realidad. Un sueño que comenzó a tomar forma hace poco más de un año, exactamente la mañana lluviosa y destemplada del 7 de octubre de 2012 mientras esperaba a mi amiga Flor en el km 14 de su segundo maratón, para compartir un tramo de su recorrido. Corrimos juntas en silencio (o casi) hasta el km 31 donde habíamos acordado que ella seguiría sola. No quería abandonar la ruta pero aún así lo hice, prometiéndome que al año siguiente correríamos la maratón completa.

Sabía perfectamente que no era tarea fácil pero sabía también que haría todo lo posible para lograrlo: así llegaron a mi vida el reloj con GPS (inmanejable en los momentos más importantes, aún hoy), mis zapatillas de running (objetadas por especialistas y especializados), mi i-Pod shuffle (regalo de mis amigas runners high-tech para mi cambio de década), los shorts con calzas y las calzas largas (prendas antiestéticas por donde se miren en mi anatomía latina), las remeras térmicas y diminutas talle S (que no me dejan respirar), las medias de compresión (poco femeninas por cierto) y mi querido aunque “vilmente vapuleado” programa de entrenamiento bajado por Internet. Todos objetos que llegaron de la mano de un vocabulario diferente con conceptos técnicos que no estaban dentro de mi léxico diario: pasadas a 4m20s (¡muy bien!), series a 4m30s (¡bastante bien también!), carreras constantes (duras pero necesarias), carreras de recuperación (siempre más aceleradas de lo recomendable), fondos de domingo (siempre en guerra con la vida familiar), hidratos de carbono (¿mito o realidad?), geles (y sus consecuencias positivas y “no tanto”), bebidas isotónicas (y sus consecuencias generalmente “no tanto”), descansos (inconcebibles hasta ese momento en mi vida), expomaratones, kits, chips, trainers, blogs de runners, (por suerte, hablo inglés), los 21k y los 42k de Buenos Aires. Y también por qué no de Nueva York, o Boston, y/o Chicago, o París… o Berlín. ¡Sí, sí! Objetos, conceptos y metas que fueron la excusa para ir forjando una gran amistad que crecía con dos personas que llegaron a mi vida para quedarse: Flor y Andre, mis amigas mosqueteras.

Juntas las tres pensamos, soñamos, discutimos, armamos y desarmamos planes durante cenas, entrenamientos, charlas a las apuradas en el gimnasio hasta que llegó el día esperado. Otras personas conocidas se sumaron a la caravana para ir desdeLa Platahasta la largada, en un viaje anecdótico (casi caótico o viceversa) y sin director de operativo… Nada importaba. Estábamos las tres: Andre que había decidido postergar sus primeros 42 pero nos acompañaba incondicionalmente, cámara en mano para dejar testimonio de todo lo vivido, Flor que sentía la responsabilidad y el placer de caminar conmigo esta gran experiencia, y yo que, con todas las emociones explotando sin control, quería llegar a la meta para fundirnos en el abrazo tan esperado por las tres.

Como no podía ser de otra manera y a pesar de haber hecho todo para que no sucediera, tuvimos que correr hasta el arco de largada, esta vez de la mano de Flor que abría paso entre los demás corredores ansiosos. Caminamos desbordadas por tanta emoción de estar viviendo lo que habíamos imaginado por meses hasta que finalmente llegamos al arco donde nos despedimos. Cada una tenía su plan de carrera pero las dos compartíamos una misma meta: reencontrarnos con Andre que estaría esperándonos en la llegada.

Miré al cielo para verificar que el ángel que me acompaña en todas las carreras también estaba ahí conmigo, inicié el cronómetro del reloj y comencé a trotar lentamente hasta encontrar el ritmo programado. Como en una película, se sucedían uno a uno los primeros kilómetros y con ellos miles de historias comunes que imaginaba al leer las inscripciones en las remeras y los sueños que transpiraban sus caras; se dibujaban las calles y los escenarios históricos de Buenos Aires. Y de repente, el cartel del famoso km 14 donde hace un año había comenzado todo y lloré con una sonrisa de satisfacción. Me acompañaban las caras de miles de personas alentando, haciéndome sentir que estaba en camino de lograr algo realmente importante, y de muchos colaboradores anónimos que nos entregaban bebidas, frutas y algún consejo casero como “aflojá los hombros”. Me encontró también un entrenador avezado y generoso en bicicleta que me dijo las palabras “exactas” en el momento “exacto” en el kilómetro 27, cuando ya empezaba a sentir que no podía mantener el ritmo que había sostenido hasta ese momento. Luego, una canción especialmente grabada para mí en el i-pod que me recordaba que de “solo vivir se trata mi vida”, otra sonrisa con lágrimas.

Ya estaba en el km 31 recordando la promesa, orgullosa de no haber fallado a mi palabra ni renunciado a mi (nuestro) sueño y sentí la plena convicción de que llegaría. Era cierto e inevitable que no podía mantener el ritmo de la largada pero mi paso era firme, no sentía dolores y el corazón latía fuerte confirmándome que todo estaba en orden. Seguí un par de kilómetros muy entera hasta que la ruta se fue poniendo cada vez más dura por el cansancio y por las escenas desalentadoras de otros corredores cuyos cuerpos y fuerzas iban flaqueando. Llegaba al kilómetro 37 y recordé la frase tan repetida que ahora confirmo como tan cierta: “Los últimos kilómetros se corren con el corazón”.

Aparecieron las voces amadas de quienes siempre creyeron en mí alentándome, de quienes no creyeron pero fortalecieron mi voluntad para probarme que estaban equivocados, de quienes me asesoraron profesionalmente en todo el proceso de entrenamiento. Las necesité a todas y las agradecí.

Miré al cielo nuevamente y le pedí a mi ángel que siguiéramos hasta el final que ya no quedaba nada. El primer rayo de sol de la mañana me confirmó que estaba ahí cuidándome como siempre. Apagué la música, respiré hondo y apreté el paso. Se abría ante mí un pasillo bordeado por miles de personas emocionadas, aplaudiendo y festejando los sueños anónimos de todos estos locos audaces que estábamos por cruzar la meta. Solo corría y lloraba. Corría y lloraba, disfrutando mi vitalidad en su máxima expresión.

Ver el arco fue el empujón final porque sabía que ahí me esperaba el segundo gran abrazo de mis compañeras de rutas pasadas, de sueños cumplidos y de mucha linda vida por venir.

Crucé la meta con los brazos en alto, sintiendo el abrazo incondicional de mi gran amor, mi mentor y mi compañero eterno, que esperaba ansioso en casa. Y ahí estaba Andre, como lo habíamos soñado, con los brazos abiertos y una sonrisa plena, feliz, generosa… y a unos metros, entre una fila incorrompible de policías vestidos de negro, se asomaban las manos de Flor, llorando desconsolada porque no la dejaban unirse con nosotras. Pasamos la barrera de policías y finalmente llegó el tan esperado abrazo. Mocos, lágrimas, ropa transpirada, todo fundido en una sola fuerza indescriptible que pedía, que pide más. Flor había alcanzado una nueva gran meta, yo me convertía en maratonista, y Andre nos acompañaba en nuestros éxitos, como “solo los verdaderos amigos saben hacerlo”. Y ya empezábamos a soñar en el abrazo compartido de la próxima meta. Quiero con el alma estar ahí una vez más.

Nota: Mi relato comienza con el tiempo neto de mi carrera por la adicción de los últimos meses de solo hablar en términos de 4m20s, 4m40s, 4 de mil con 60 de pausa, no menos de 5m10s, no más de 4m18s. Cuando cruzás la meta te das cuenta que los números son solo eso… Porque “lo esencial es invisible a los ojos” (y a los relojes).

(*) Cecilia Leoz es traductora pública nacional y maratonista.

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Una multitud compitió en la maratón de Buenos Aires

Cada vez hay más runners en la ciudad, y el nivel de este tipo de competencias aumenta día a día. Es la principal conclusión de la 29» Maratón de Buenos Aires, que se corrió ayer en distintos barrios porteños, con una asistencia de más de 9100 fanáticos de este deporte.

Cada vez hay más participantes en las distintas carreras de calle. Y cada vez las competencias se tornan más competitivas. Por caso, ayer, la maratón de Buenos Aires otorgó el título sudamericano de la especialidad, lo que le da a la prueba un condimento más, un plus de motivación para todos los atletas de elite del continente. En esa categoría se consagró el brasileño Eliezer de Jesús Santos (2h19m04s), y en damas, la ecuatoriana Rosa Alba Chacha Chacha (2h42m58s), quien a su vez quedó tercera en la general. Por su parte, el gran ganador resultó el keniata Julius Karinga (2h11m02s), y su compatriota Lucy Karimi estableció un nuevo récord femenino del circuito, con 2h34m32s. El podio masculino fue completamente para Kenia, ya que segundo finalizó Eric Nzioki (2h16m29s) y tercero, Henry Cherono (2h17m10s).

Una recorrida por la salida, a las 7.30, en la avenida Figueroa Alcorta, mostraba un mar de piernas que se movían al compás de la música. Cada uno tenía una cábala diferente. Pero todos habían llegado con un mismo objetivo: llegar a la meta para derribar el mito del muro, esa maldita pared invisible que señala que después del kilómetro 30 todo puede derrumbarse.

La largada fue puntual, a las 7.30, y el repiqueteo de las zapatillas se tornó un sonido único e inigualable. Era la música perfecta. A pesar del sonido ensordecedor de los parlantes, los intensos aplausos y los incesantes gritos de aliento, los corredores sólo escuchaban el “tap, tap, tap” característico que los acompañó durante meses y meses de riguroso entrenamiento para poder estar ahí, en la que ya es la gran vedette del calendario de carreras callejeras de la Argentina. La prueba aeróbica, si se utiliza el vocabulario de los años 70, que todo runner quiere protagonizar.

¿Habrán imaginado los hermanos How, del Buenos Aires Cricket Club, de Palermo, allá por 1864, que 149 años después, 9154 almas iban a correr una maratón en la ciudad? La respuesta, por más optimistas que fueran esos precursores del atletismo vernáculo, sería negativa. Hay que remontarse a la primera maratón de la ciudad, en 1984, para graficar que el crecimiento que tuvo la competencia fue vertiginoso. Desde aquellos 18 participantes, el aumento en el número de inscriptos no se detuvo. El running logra cada día más adeptos que corren por placer, porque es accesible y para superar sus límites. En definitiva, para sentirse bien.

En 2012, 8135 personas dijeron presente; este año hubo 1019 fanáticos más. Hace una década, animarse a los 42.195 metros de esta prueba representaba un sueño. Hoy, ese hito parece más próximo porque el running se metió tanto en la piel de quienes lo practican que sus fanáticos aprovechan vacaciones o cualquier viaje para mirar el calendario de carreras del destino al que se trasladan. Y si los turistas vienen a Buenos Aires, eligen primero correr y luego conocer los atractivos de la ciudad. Así lo demostraron los casi 2000 extranjeros de 48 países que ayer vibraron por lugares emblemáticos como el Obelisco, el Cabildo, el Teatro Colón, la Plaza de Mayo, los Bosques de Palermo, La Boca, Puerto Madero y la Casa Rosada.

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La Maratón de Buenos Aires, por segunda temporada consecutiva, significó el cierre de Carrera de Naciones, el circuito de competencias que Adidas ideó para unir las mejores pruebas del continente con dos atletas amateurs, un hombre y una mujer, que representaron a la Argentina, Colombia, México, Chile y Perú. “Esto es como jugar de local, porque corrés en el lugar donde usualmente entrenás y estás cerca de los tuyos. Terminar el circuito en mi país no me generó ninguna presión. Al contrario, disfruté muchísimo terminar mi sexta maratón”, contó el periodista y super runner Juan Pablo Calviño D’ambra, tras 3h01m25s de carrera.

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