Cuando terminé mi primer ultra el año pasado, no sabía si correr nuevamente este tipo de carreras. La exigencia es mucha y por ser mi primera experiencia en esta carrera estaba más que satisfecho. Aunque me quedaba una rara sensación.
¿Qué pasaría si se hubiera corrido en la pista y no en la calle? Aclaremos que el año pasado por una gran tormenta que inundó la pista de atletismo del Parque Sarmiento, se improvisó una pista alternativa que era una de las calles de acceso del parque. De esta manera, cambió la superficie y la prueba pasó de ser de pista a ruta.
Entonces, este año quería probarme en la pista. En la preparación tuve una interrupción de un mes por un viaje a España. Regresé 30 días antes de la competencia. No era lo ideal por la exigencia de la prueba, pero seguía adelante con el entrenamiento. Como preliminar realicé la peregrinación a Luján y la maratón 42K de Buenos Aires. Dos cosas distintas, pero que, creo, me sirvieron para profundizar la idea del ultramaratón. Es una carrera de largo aliento en la que no importa correr a tope, sino simplemente correr y parar lo menos posible.
Ya estaba listo para la carrera cuando aparece “Berta”, una supertormenta que amenaza con inundar todo y nuevamente con impedir correr en la pista. La tormenta pasó y con acierto se reprograma la competencia de 48hs. La organización trabajó muy duro para sacar el agua de la pista y poder largar la competencia de 48 y 6 horas el sábado 2 de noviembre. Dos horas y media más tarde largaríamos quienes decidimos ir en la categoría de 24 horas.
Ya tenía cierta experiencia. Por eso, para esta ocasión había previsto una estrategia tentativa de carrera porque en este tipo de pruebas los imprevistos son habituales. En cuanto al clima, en cómo uno se encuentre de ánimo y en que el cuerpo lo acompañe en la exigencia y el cansancio. La primera diferencia que noté con respecto al año pasado fue que correr sobre piso de conchilla de la pista fue ir más lento de lo previsto. En mi caso, correr en el pavimento, como en 2013, implicó ir muy rápido desde el comienzo. Algo que me agotó muy pronto provocándome ampollas a las cuatro horas del inicio. Un contratiempo que me limitó el resto de la carrera hasta llegar al punto de casi no poder continuar y tener que transitar varios kilómetros caminando.
Este año ya con una estrategia, la idea era correr despacio de entrada para mantenerme en el mismo ritmo casi toda la carrera. Me puse como objetivo llegar a las 375 vueltas (la pista tiene 400 metros) que sería un equivalente a 150Km (el año pasado hice 322 vueltas, unos 129Km). Para poder cumplir con el objetivo, tenía metas parciales orientativas que trataría de cumplir para poder terminar la competencia de la mejor manera posible en cuanto a cansancio y posibles lesiones. Así es que debí frenar el impulso inicial para cumplir con el plan.
Cuando llegó la noche bajó mucho la temperatura y sopló un fuerte viento que no dejaba avanzar con tranquilidad. Fue el momento elegido para hacer las pausas y así descansar un poco. Una estrategia que empleó la mayoría de los participantes. Caminaba media hora y descansaba otra media hora desde la 1 hasta las 5 donde ya no pararía hasta el final.
Cuando faltaban unas 6 horas ya sabía que llegar a los 150Km no iba a ser posible, pero sí que mejoraría la marca del año pasado. Las dos últimas horas llegaron los refuerzos. Me refiero a los amigos y la familia que con su aliento ruidoso y permanente hicieron que esa parte fuera la que más disfruté en toda la competencia.
Terminé a un ritmo parecido al del comienzo de la competencia. Esta vez las ampollas no fueron problemas ya que sólo tuve 2 y aparecieron a las 22 horas de estar corriendo).
Los organizadores informaban la clasificación a cada hora, así que sabía que estaba en el puesto 6º cuando faltaban 5 horas para terminar. En esta competencia se premia con trofeo a los 10 primeros. De seguir así iba a ser la primera vez que ganaría uno. Desde que corrí mi primera carrera el 25 de Mayo de 1980 (Fiestas Mayas) ya han pasado 33 años y más de 200 competencias en las que he participado. Siempre vi cuando los ganadores reciben sus premios en los podios. Y uno, quién no, desea alguna vez poder estar ahí.
Fueron 351 vueltas las que completé para un total de 140Km con 661 metros. Con más de 50 años era algo impensado poder recibir uno. Fue una sensación única, mágica e irrepetible. Estar allí por un logro deportivo, con mi familia y mis amigos runners (también la profe Carolina Rossi que me seguía vía celular desde Córdoba).Finalicé 6º puesto de la general y 5º entre los caballeros. Creo cada uno tiene que buscar su propia carrera de distancia (en este caso, de tiempo) donde sentirse cómodo y rendir su potencial oculto. Yo la encontré en la ultramaratón de 24 horas. Ahora es momento de descanso para luego volver a entrenar para los próximos desafíos. Y, por supuesto, ya estoy pensando en la ultra de 2014.
Es para compartirlo y dedicárselos a ellos ya que gracias a su aliento llegué a la meta con las mismas ganas que cuando comenzó la carrera.
Santiago Carregal
Runner y peregrino
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