Ángel fieramente humano

“Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!”

Blas de Otero, “Hombre”, Ángel fieramente humano.

¿Cuántas historias de fe comienzan con un ¡Basta!? Un mundo sin Dios, sin causas últimas, sin eso que da sentido a nuestra vida o que se la dio a nuestra cultura por muchos siglos parece, al principio, liberador. Ponemos nuestro sentido a la vida, queremos cambiar las partes de la realidad que no nos satisfacen, queremos cambiar incluso la naturaleza humana.

Pero este impulso no dura mucho: nuestro sentido está unido a nuestra visión de la vida (si esta se tambalea, cae todo), las cosas que cambiamos nos salen torcidas y la naturaleza humana se resiste al cambio, por violento que sea y nos deja cansados de ese trabajo vano.

El poema “Hombre” refleja de una manera muy bella (y no por bella, menos terrible) esa experiencia de soledad absoluta, de sentirse abandonado por Dios “¿Por qué me has abandonado?

¿Cuántos a los que la vida golpeó perdieron la fe?

Es el grito de Job, uno de los lamentos más antiguos de la Humanidad: Si soy justo, ¿Por qué sufro el mal? ¿Y por qué los que no son justos a veces no lo sufren?

Y ustedes, ¿Se sintieron alguna vez así? ¿Lo superaron, fortalecieron su fe? ¿O se sienten alejados, sin saber cómo volver? ¿O quizá nunca sintieron nostalgia de Dios?

Mi diario de viaje

Las reglas de las vacaciones son descansar, disfrutar y relajarse. Fue precisamente eso lo primero que pensé cuando mi familia me dijo, unos meses atrás, de las fantásticas vacaciones que tendríamos en marzo. Me acuerdo que ese día dije : ¡qué bien, es lo que necesito!

Llegó el día tan esperado y haciendo la valija creí que había puesto todo lo necesario. De repente, tenía una sensación extraña, como de estar olvidándome de algo, pero ¿qué persona próxima a irse lejos no siente lo mismo ? Me dormí intranquila, pero antes le pedí a Dios que me ayude a pensar qué era lo que me faltaba.

Alrededor de las 4.30 de la madrugada, con mucho sueño guardé las últimas cosas en el bolso de mano y descubrí que eran mis anteojos lo que me faltaba. Sin ellos sería imposible ver algo, ¡ Gracias Dios!

Llegamos al aeropuerto y pedimos café con leche y tostadas para desayunar, todavía faltaban dos horas y media para el vuelo. Otra vez la sensación de olvidarme algo: mi desesperación aumentaba y mi mente comenzó a repasar mi equipaje: shorts, remeras, vestidos, zapatos, protector solar, maquillaje, traje de baño, ropa interior. No me faltaba nada. Me tranquilicé y decidí relajarme. 

Horas después, llegamos a destino. Pedimos un taxi para ir al hotel y decidimos ir a la playa ni bien llegáramos . El paisaje era hermoso y todo era perfecto: estar en familia en ese lugar era increíble. En el camino vimos varios restaurantes que nos llamaron la atención y decidimos anotar la dirección para  ir otro día. De nuevo sentí que me olvidaba algo : ¿ qué es , Dios Santo? ¿Qué me estoy olvidando?

El auto frenó y miré por la ventana. Y sí, Dios es Santo: una pequeña construcción con una cruz y un cartel que decía ” tu Iglesia en la playa”. Ahí entendí que me estaba olvidando de Él, de Jesús . ¿Cómo me había olvidado ? ¿en qué momento? . A mí, como a tantos otros, me sucede muchas veces pensar en disfrutar y olvidarme de lo más importante, de mi Fé, de lo que me llena el interior. Esta vez tendría unas pequeñas vacaciones en Pascuas. Nunca me había pasado, era algo nuevo y un poco raro. No me juntaría con toda mi familia: primos, tíos, abuelos, los amigos de la capilla. Sin embargo, me puse contenta, compartiría este momento con mi familia más chiquita y también con una nueva familia en una pequeña Iglesia que conocí y frecuenté desde ese día que la vi. Y a la cual me invitaron con mucho amor a participar en la celebraciones que vienen. Estoy muy emocionada, es una nueva experiencia que estaré por vivir. 

 

 

Sin comentarios

Siempre hay alguien que reza por vos

Texto y Foto por Fernando Gorza

BUENOS AIRES.- Una de las postales que regala esta ciudad es la de los artistas callejeros. Creadores por naturaleza que dejan su huella en los espacios más transitados de la urbe en todas las versiones en que puedan expresar su arte.

Aquí les dejo una de esas “obras”. La Virgen pintada con tizas de colores en la esquina de Floridad y Paraguay. Un descanso en el trajín cotiadiano del ir y venir, una especie de respiro a pasos de cafés, bancos y la Plaza San Martín.

Siempre es un buen momento para hacer una oración y saber que, como dice la inscripción sobre la mano derecha de la Virgen, “creamos o no siempre hay alguien que reza por nosotros”.

En 48 hs todo pasó a un segundo plano

Cada historia va cambiando. Cada crónica va apareciendo. Cada Milagro Personal sigue pasando. Y Parroquia Online está ahí para contártelo. Hoy me toca ser un padre de 48 años …

Fuente de la imagen

Yo nunca me había operado de nada. Nunca me había enfermado. Gracias a Dios. Nunca me había dolido la cabeza. Nunca me había pasado nada.

De chico estaba en una familia que creía en Dios. No mucho más que cualquier chico normal. Iba a misa los domingos y a veces no. Y lo que nunca dejé de hacer, incluso hoy, es rezar todas las noches. De adolescente es posible que me diera hasta fiaca ir a misa. Y cuando me casé, mi mujer sí era de ir religiosamente. No faltaba nunca. Incluso misa diaria. Mis hijas van a un colegio religioso con lo cual también tienen una vida religiosa. Pero yo estaba justo ahí, en el límite. Siempre dando gracias a Dios de ser sano, pero si no iba a misa un domingo no me producía nada.

A mí me gusta mucho hacer deportes. Una tarde vuelvo de entrenar y me voy a dormir medio extraño. Al día siguiente me levanto con un dolor de panza muy fuerte. Algo rarísimo porque soy una especie de pac man para comer, nunca algo me había caído mal. Pero bueno, ahí estaba, me voy a la oficina y al rato la tengo que llamar a mi mujer para decirle que de tanto que me dolía la panza me estaba volviendo a casa. La verdad es que no podía más del dolor y esto prendía un par de alarmas. Al llegar a casa voy al baño y “hago con sangre”. Ahí me pegué un cagazo de novela. Como yo nunca había ido al médico le pedí a mi mujer que por favor me acompañara porque además del cuadro extraño que tenía, me ganaba el miedo.

Llego a la guardia y la doctora que me atiende me dice que esperara un poquito porque cuando un varón llega a la guardia con los síntomas que yo presentaba automáticamente se llama también a un cirujano porque puede ser hemorroides, apendicitis o alguna de esas cosas menores que si ya las ve el clínico aprovechan al cirujano y lo resuelven en el momento. Viene entonces también el cirujano y cuando me están revisando me dice que espere un poquito más porque ya que estaban me iban a hacer una ecografía. Y con la ecografía que lo confirmaba, viene el médico y me dice que tenía un tumor del tamaño de una naranja. Lo habían palpado al revisarme y fueron a la ecografía para confirmarlo porque era bastante raro palparlo de lo grande que era. A esta altura mi mujer estaba blanca como un papel. Me dice que a pesar del cuadro que se presentaba me veían bien y con buena presión. Que me fuera a mi casa a descansar, porque no había cama para internarme, y que al día siguiente volviera para una colonoscopía que iba a confirmar o no todo lo que habían visto hasta el momento.

Volvimos a casa. Mi mujer estaba histérica, pobre. Yo como que no tomaba dimensión de lo que estaba pasando. Llamé a mi médico de cabecera, le conté lo que estaba pasando y me dijo que al día siguiente, con los resultados en la mano, lo llamara. Comí. Vi tele. Y me fui a dormir como cualquier otra noche.

La verdad que cuando pasan cosas así uno es el último en caer porque siempre está pensando que esas cosas no le van a tocar. Entro al quirófano para este último estudio, que pensaba que iba a dar bien porque a mí no me iba a tocar. Y cuando me despierto de la anestesia la veo a mi mujer llorando y uno de mis hermanos se acerca y de lo nervioso que estaba sólo atinó a preguntarme “quién tenía mi seguro de vida”. Ahí fue donde terminé de caer. Las cosas no podían estar tan mal. Y ahí es cuando viene mi médico y me dice que la colonoscopía no solo había confirmado lo que habían palpado y la ecografía sino que las cosas estaban peor. Nos empezaron a explicar dónde estaba el tumor. Porqué era maligno. Y cada cosa que decían como que no la podía asimilar. Hasta que en un momento me dijo, “si vos estás de acuerdo, hacemos ya una cirugía de salvataje”. Me iban a abrir. Inspeccionar. Sacar lo que estuviera malo y tratar de salvar lo que se pudiera salvar. Después de la cirugía vas a estar un tiempo con sondas y según cómo reacciones veremos tu evolución. Quedate tranquilo porque en estos casos hay sobrevida. Y tenés suerte que te tocó de tal lado porque del otro eran más complicaciones. Ya no sabía que pensar. Hablando con mi mujer y mi hermano yo solo pensaba en pasarles las claves de los bancos. Decirles las cosas que faltaban pagar. Estaba en otro mundo.

Vienen las enfermeras. Me vuelven a preparar y dejar listo para entrar al quirófano. Y cuando me dejan solo en el cuarto voy al baño ya en lo último que iba a poder hacer solo. Y cuando me miro al espejo lo único que me salió fue rezar un Padre Nuestro y un Ave María y me acuerdo perfecto haberle dicho “Estoy en TUS manos”. Y me fui para el quirófano. Según mi mujer, dice que entré al quirófano riéndome. Tranquilo.

Me acuerdo empezar a contar regresivamente mientras que me anestesiaban y me quedé dormido. Fue una cirugía que duró poco más de cuatro horas. Y con tanta anestesia cuando uno quiere volver está medio tosco. Le cuesta reaccionar. Y cuando logro empezar a despertarme empiezo a mover los brazos y tocarme primero que nada la nariz, porque no sentía la sonda. Ni los cables que debería tener. Entonces no sabía si preocuparme más o qué.

Logro enfocar un poco y lo veo a mi médico parado al lado mío a quien le pregunto qué fue lo que pasó y él me dice, “todo lo que vimos no lo tenías, te abrí al pedo. A veces pasa, olvidate y disfrutalo”. Y disfrutalo. Eso me quedó grabado. Era como una nueva oportunidad. Al día de hoy esos estudios los tengo guardados y cualquiera que los lea va a concluir en que son de una persona que se está por morir.

Recién ahí, cuando todo eso pasó, tomé conciencia. Porque me aflojé. Y me di cuenta de lo cerca que había estado.

Y ahí me empezó a venir todo encima. Mi padre se murió cuando yo era chico y ahí empecé a pensar en mis hijas. Mi madre había muerto 3 años antes. Y también pensé en mis amigos. Y se me empezó a cruzar por la cabeza mi velorio y mi entierro. Mi epitafio. Quiénes van a ir. Qué van a decir de mí. Quiénes me van a llorar. Cómo me van a recordar. Qué le van a decir a mis hijas de mí.

Me iba a quedar una semana internado y a los 4 días de la operación que me hicieron análisis me mandaron a casa porque tenía una recuperación perfecta. Tenía unos estudios perfectos.

Es en esos momentos donde uno se da cuenta que hay que ocuparse de cosas más importantes. De disfrutar otras cosas. Porque el “día de mañana” como todos le dicen, puede ser mañana.

Y desde aquel momento mi vida dio un giro. Hoy por hoy, no me pregunten como, pasé de tener fiaca de ir a misa a ser Ministro de la Eucaristía. Ya pasaron alrededor de 7 años y desde aquel momento que no falto un solo domingo a misa. Incluso cuando estoy de viaje o lejos de casa, busco el momento para ir a misa. Hoy estoy esperando que llegue el domingo para ir a misa.

Cuaresma 2015

Seguimos en Cuaresma….

Literatura y Fe

La literatura representó un papel muy importante en mi camino hacia la fe. Los libros me ayudaron, entre otras cosas, a apreciar la belleza, a atreverme a pensar más profundo y no pocas veces me dieron un consejo, una palabra o una enseñanza para mi vida personal.

Me encantaría que esta sección pudiera guiar a los lectores en su propio camino, y así poder dar lo que yo recibí, porque la sabiduría o el bien que uno recibe se muere si no se comparte. Dichas estas cosas, me gustaría comenzar con una historia que me marcó en mi infancia, y ahí se encuentra el porqué del nombre de esta sección.

Empecemos pues.

La historia del rey David y Urías, el hitita.

Fuente: paintingandframe.com

 

“Un día el rey David sale a su balcón y ve a una mujer hermosa, Betsabé. La manda llamar a su palacio, y, a pesar de ser ella una mujer casada, tienen relaciones. Al enterarse de que Urías, el hitita, era su esposo, David lo manda a llamar del frente, puesto que era soldado. Urías rechaza el ofrecimiento varias veces.

Cada vez más ansioso, David ordena al comandante en jefe, Joab, que envíe a Urías a un lugar peligroso del frente de batalla, y que en el momento crucial su guardia personal lo abandone. Urías cumple con su deber, y muere en combate. Cuando David se enteró, hizo que Betsabé se fuera a vivir con él.

La acción desagradó a Dios, el cual envió al profeta Natán a confrontar al rey. Natán le  empezó a contar la historia de un hombre rico y un hombre pobre. El hombre rico tenía una gran hacienda, con todo tipo de ganado: ovejas, vacas y gallinas. El hombre pobre sólo tenía una oveja, a la cual quería mucho. Resulta que llega un viajero a la casa del hombre rico, y éste fue a la casa del hombre pobre, se llevó su oveja y se la dio de comer al visitante.

Nada más terminó de decir ésto, el rey David montó en cólera y gritó:-¿Cómo puede haber hecho algo tan ruin? ¡Ese hombre merece la muerte!

-Ese hombre eres tú.-le respondió el profeta.

Totalmente conmovido, David se impuso un ayuno de penitencia. El primer hijo que nació de su relación con Betsabé murió a los pocos días, como había profetizado Natán.”
Esta historia le pone el nombre a la sección del blog, primero porque la diferencia entre cómo se ve uno y cómo es visto desde afuera me impactó hondamente. También la acción de David; muy querido por Dios y un ejemplo de gobernante, a pesar de haber cometido un pecado horrible, y se convierte en un modelo de arrepentimiento. Pero además por una razón más profunda: en esta historia, una narración le hace ver a David el mal que había cometido, le destapa los ojos. El cuento de Natán es el espejo en el que se está viendo a si mísmo. Espero que este espacio nos pueda servir a todos para vernos realmente. Sólo con ese aspecto ya me parece que cumplió su cometido.

Si de paso, ya que estamos, puedo entretener y acercar alguna lectura interesante a otra persona, mejor que mejor.

 

Un mensaje para vos

Siempre pienso que todos necesitamos unas palabras de aliento y llegan en el momento indicado. Nunca entendí ni voy a entender cómo es que pasa eso. Simplemente el mensaje llega. Puede ser una frase que lees camino al trabajo, un cuento, una conversación ajena que escuchás en el transporte público, una frase de un libro. En fin lo que se te ocurra. Esta vez – por lo menos a mí – me tocó escucharla de una amiga a la que admiro mucho. Sí, una persona como vos y yo. Espero que les toque el corazón como a mí.

Llega un momento difícil en la vida en el que todos buscamos los porqué de las cosas: ¿por qué a mi? ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Por qué? ¿Por qué? y ¿Por qué? En ese momento nos alejamos de todo y más de Dios. Nos cerramos  tanto que no queremos ver ni una estampita, ni que nadie te venga a hablar del Reino de los Cielos. Todo está mal. En un sentido le queremos echar la culpa a alguien y que mejor que echarle la culpa a Dios, ¿no?

 Te digo algo… hacemos mal.  Hacés mal. Hice mal.

Lo que mejor podemos hacer en ese momento es agarrarnos y no soltarnos de su mano. Y no agarrarnos de: “te rezo para que pase esto como yo quiero y si o lo haces NO CREO más en vos”. ¡NO! Hacemos mal. ÉL siempre va a estar con nosotros, ¿por qué no podemos estar siempre con Él?.

¿Sabés por qué? Porque somos humanos e imperfectos. Queremos todo YA. Una vez me dijeron: “Cuando Dios quiera y como Dios quiera “… ¡cuánta razón! Ponete a analizar lo caprichosos que somos todos los días de nuestra vida, esa vida que DIOS nos REGALÓ. Tengo una experiencia de vida muy fuerte a pesar de tener 21 años. No va al caso contártela ahora, pero sí trasmitirte que en esos 21 años Dios NUNCA me abandonó, sino que yo lo abandoné a ÉL. Pero como nos enseña la parábola del Hijo Pródigo: siempre volvemos al Padre y Él siempre está ahí, con los brazos abiertos esperándonos para decirnos: “Hijo, no tengas miedo ACÁ ESTOY”

No sé en qué condición está tu vida hoy, pero desde lo más profundo te digo: no te alejes de Dios o te enojes con Él. Agradécele todos los días por tu vida, como le agradecés cuando “te hace caso” o te “tira una”. Que no te dé vergüenza ser testimonio vivo. No busques un por qué, sino un PARA QUÉ. Dios cuando te creó pensó en algo grande para vos. Utilizá todas esas herramientas que tengas a tu alcance para ser feliz y hacer feliz a los demás. Tu vida vale, aprovechala, vivila, pero siempre en nombre y para Dios

Giuliana Sablosky

Un puente de amor

 

Por Fernando Gorza

Fotos: Florencia Olguín

SAN ANTONIO DE ARECO.- Y un sábado a la tarde vuelve a ocurrir… Nace una nueva unión para siempre. Se empieza a edificar un puente de amor sobre pilotes fuertes a prueba de tormentas y vientos y el comienzo queda marcado en la Iglesia San Antonio de Padua de esta hermosa y pintoresca localidad de la Provincia de Buenos Aires.

 Paseando por el Pueblo me encontré con los invitados, elegantes y presurosos, acercándose a la Iglesia. El coro ensayando me dió una pista de lo que iba a ocurrir. Luego de almorzar en uno de los “boliches” de la plaza volví a la Iglesia. Todo estaba en marcha. El Ave María, siempre hermoso y emocionante, sellaba para siempre el comienzo de muchos sueños, renovadas ilusiones y la agradable sensación de esos novios de comenzar juntos a andar un nuevo camino.

 

 

Sin comentarios

MI IGLESIA DOMÉSTICA, SE DERRUMBA

 

Foto: Iruya – Tomás Thibaud  – Drone Films Project

Cada historia va cambiando. Cada crónica va apareciendo. Cada Milagro Personal sigue pasando. Y Parroquia Online está ahí para contártelo. Hoy me toca ser un padre de 51 años …

Salía con prostitutas. No me drogué de casualidad. Me engañaba a mí mismo. Me mentía

Yo iba a misa, estaba ahí, pero no prestaba toda la atención necesaria. Todo empezó en el año 2011. Ya tenía más de 40 años, había muerto mi padre y ahí me cayeron todas las fichas. Sentía que a mi edad estaba viviendo algo extraño. Me había hecho cargo de mi madre, mi hermana, mi mujer y mi hija. Era como el padre de las 4. Yo pasé a ser el padre de todas sin serlo. Yo viví la enfermedad de mi viejo como si fuese mía. En septiembre de ese año decido hacer un retiro porque nunca había hecho uno y quería ver lo que era. Y a partir de ahí mi vida hizo un click con todo. Especialmente con Jesús. Yo tenía muchas cosas por dentro que no las había podido digerir ni analizar y en esos 3 días se me vino todo encima. 3 días en los que no pude parar de llorar. Todas esas cosas guardadas empezaron a salir.

Unos años antes yo me había metido en un negocio en el que me habían estafado. Estaba en un mundo en el que veía las cosas de otra manera y llevaba una vida totalmente irregular. Si bien estaba casado, sabía muy bien lo que era la noche. Salía con prostitutas. No me drogué de casualidad. Me engañaba a mí mismo. Me mentía. Y a partir de aquel retiro quise darle un cambio radical a mi vida. Portarme bien. No mentir. Ser sincero en todo. Poner el corazón sobre la mesa y decir lo que me pasaba. Encontrarme con Jesús. Amigarme con él. Y ahí me empecé a encontrar con gente que me quería por lo que era y no por lo que tenía. Era totalmente lo opuesto a lo que estaba acostumbrado a vivir. Yo venía del poder y del dinero. Cuánto más tenías más eras. Pero el corazón no existía.

En el año 2013 se da que tengo que acompañarlo a mi hermano a ver un médico conocido porque él no tenía obra social. Vamos a ver a un urólogo. Y ahí le comento de unos estudios míos que me habían dado medio altos. Y me manda a hacer más estudios y ahí me detectan un cáncer de próstata. En ese año yo estaba cumpliendo 50 y de la nada pasé a vivir todos los días como si fuese el último. Y fue un revivir todas las cosas porque mi viejo había tenido cáncer de próstata con metástasis a los huesos. Y yo sentía que me estaba pasando lo mismo que a él y constantemente pensaba cuánto me quedaba de vida. En los primeros días de diciembre entro a quirófano a una operación que terminó durando entre 4 o 5 horas y cuando salgo del quirófano tengo una descompensación muy fuerte. En la que me tuvieron que hacer 2 transfusiones de sangre y cuando logran compensarme y me despierto tenía una enfermera que me agarraba la mano y me decía que me quedara tranquilo que iba a estar bien. Que ya había pasado lo peor. Y yo había sentido que me iba. Y a partir de ahí empecé a ver la vida de otra manera. Y la verdad que estando ahí y cuando estás mal, sentís los rezos de la gente de una manera extraordinaria.

La cuestión es que en esa internación las cosas seguían mal. Tenía una fiebre que no me bajaba y no sabían qué era lo que me pasaba. En una de esas noches, entran a mi habitación dos médicos muy jóvenes que me dicen que si no bajaba la fiebre me iban a cortar el testículo izquierdo. La verdad que la pasé pésimo, más de 20 días internado y no sabían cómo seguir y las discusiones entre los médicos me ponían más nervioso. Hasta que apareció otro médico que había llamado mi mujer y probaron solamente con sacarme la sonda que tenía puesta y automáticamente me bajó la fiebre. Es algo de no creer pero algo tan simple podía haber terminado de la peor manera. Y mientras tanto, la gente conocida que seguía rezando y eso es lo que me daba fuerzas. Me dieron el alta y a los 2 meses me vuelve a salir otro problema más que deriva en una hernia inguinal. Una cosa traía a la otra. No terminaba de salir de un problema que automáticamente me metía en otro. Y todo esto fue derivando a que también tuviera problemas en mi casa.

Pasaba el tiempo y se iba acrecentando un problema de comunicación muy importante en mi matrimonio. Éramos dos personas que estábamos casados hacía más de 20 años pero siempre teníamos algún problema por un tema económico. La falta de comunicación te puede llevar a muchísimas cosas y a nosotros nos condujo al problema económico. Hace unos meses atrás yo me mando una macana y saco una plata de un lugar sin decir nada porque sabía que si lo hacía iba a ser un gran problema. Pero el problema vino después cuando se supo que esa plata no estaba y me encontré teniendo que dar explicaciones por un negocio que me había salido mal. Y esa falta de comunicación llevó a que un día vuelvo a casa y me encuentro con que me habían cambiado la cerradura. Un error y el no hablar derivaron en esto. 21 años de matrimonio se esfumaron automáticamente por no hablarnos. Y hoy estamos separados hace más de 6 meses.

Estar separado es una cagada importante. Siempre aposté a la familia. Pero una cosa lleva a la otra y lo peor que puede haber en un matrimonio es la falta de comunicación.

Y hoy a pesar de todo esto que está pasando Jesús sigue estando. Aunque pienso que debería ponerme más en sus manos. Estoy cansado. Me cuesta. Pero sigue estando. Yo lo que quiero hoy es tener paz. Y para eso necesito estar cerca de Jesús. Y reconozco que es lo que más me está costando en esta situación en la que me encuentro. Es algo muy difícil tratar de seguir rezando y creyendo cuando todo sale mal. Pero hay que saber que de vez en cuando uno puede hablar con Jesús y pelearse con él. Dios no quiere que le pidamos y le agradezcamos todo el tiempo. También quiere que hablemos de frente con Él. Y a veces, ese hablar de frente puede llevar a algún enojo y reclamo. Algún reproche. Y sin embargo Él nos escucha atentamente. A Dios le encanta sentarse a tomar unos mates con nosotros y tener una charla profunda. Y eso es lo que estoy intentando hacer estos días de terremoto interno. A pesar que la Iglesia Doméstica se caiga. A pesar que mi cruz se rompa. Tengo que tratar de repararla y seguir adelante. Atarla con alambre si es necesario para que vuelva a fortalecerse.

 

“Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”

Como todos los años, el Seminario San Miguel Arcángel de la Diócesis de San Miguel Pcia de Buenos Aires) organizó la Misión Diocesana que se realizó desde el 28/01 al 8/02 del año corriente. La sede fue la Parroquia Inmaculado Corazón de María de Los Polvorines y asistieron muchos jóvenes. Recordemos que misionar es llevar el mensaje de la Buena Noticia en todos los ámbitos de nuestra vida  con alegría y humildad, es dar a conocer la palabra de Cristo, un gesto de amor.  Y como dijo el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud: “Jesús te llama a ser discípulo en misión… ¿qué nos dice hoy el Señor? Nos dice tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir”.

Hoy damos a conocer el testimonio de Ana Belén Resler. Anita- como le dicen sus amigos y familiares- tiene 20 años y estudia  Profesorado de Enseñanza Primaria en el Instituto José C. Paz (Provincia de Buenos Aires), cursa actualmente segundo año. Trabaja como catequista hace varios años en la Capilla Sagrada Familia que pertenece a la Parroquia Nuestra Señora de la Salette, en Pablo Nogués. “Mi manera de brindar mi apostolado es esa… con los más chiquitos, mezclo así un poco de lo que estoy estudiando con la Fe que desde muy chica me han brindado”. Anita se involucró  en varias misiones en la zona de Pablo Nogués, donde vive y de Grand Bourg. Pero este verano es la primera vez que participó en la Diocesana de San Miguel. “El calor no me ayudó en nada, pero traté de participar aunque sea sirviendo y de ir  a misas, obvio”.

¿Misionás seguido?

A mi realmente me encanta misionar, cada misión es única. Se aprenden muchas cosas, compartiendo esos momentos con tanta gente. El trabajo  del servicio en estos tipos de misión es muy cansador: cocinar, por ejemplo, para tantos misioneros es un trabajito, pero es muy lindo porque servís en silencio  y particularmente a mí me hace mucho bien. Me admiro de esas mamás que  van y sirven a todos esos chicos y a su vez también de que ese trabajo no solo lo hacen por caridad sino también para ayudarlos a ellos . Y eso es algo muy lindo de observar en estos momentos trato de misionar siempre que puedo.

¿Qué es lo que más te gustó de la misión y de misionar en sí?

 A mí lo que más me gusta de cada misión es escuchar a los viejitos. De ellos siempre algo se aprende y  ver que están tan olvidados por la sociedad en sí y vos sacarles una sonrisa, por el simple hecho de que les llevas a Dios para que dejen de sentirse solitos, es lo más lindo

¿Qué le dirías a aquellos que quieren misionar pero no se animan?

A veces muchas personas dicen que no misionan porque no saben, pero como le dije una vez a mi mamá “para misionar no hay que estudiar ni decir no lo sé hacer” porque es un dejarse llevar por aquello que uno tiene en el corazón. Es solo ser un instrumento de Dios en ese momento, llevarlo a Él, porque si no tenés en mente eso… perdés el sentido. Contar tu experiencia de misión es muy importante para que muchos jóvenes y/o adultos salgan a la calle y den testimonio de su Fe. Ver que no sos un “bicho raro” sino que hay mucha gente con la que podés compartir ese sentimiento de amor.

Y también las misas de los días de misión… sin duda tenés el corazón más atento que de  costumbre y te llega el doble de lo que sucede en ella.

 

 ——————————————————————————————————————–

 Si vos también tenés ganas de contar tu experiencia de misión, apostolado o cómo hacés para encontrarte con Dios : ¡no lo dudes, podés hacerlo!

Sin comentarios