Todos tenemos una tara…o mejior dicho, una manera diferente de hacer las cosas a la esperada. Así fue que el gran maestro de la cocina japonesa, Takehiro Onho, contó risueño que nunca aprendió a agarrar los palitos de la “forma correcta”. “Mi mamá me enseñó lo mejor de todo pero yo nunca logré dominar lo palitos de esa forma”.
Onho, lo reveló mientras preparaba uno de los platos más tradicionales del Japón en el living de la casa del Embajador del Japón en la República Argentina, D. Noriteru Fukushima.
El pasado miércoles, el chef nipón, que vive hace 18 años en Argentina, recibió por parte de su país el nombramiento como Canciller de la gastronomía y la cultura japonesa.
Como parte del festejo, Onho nos agasajó con un ritual tradicoonal de su cocina el Washoku. Una exquisita simpleza que consite en numerosos platillos de la ancestral cultura.
Como es una tradición que se transmite de generación en generación, el “washoku” desempeña un papel importante al reforzar la cohesión social entre los japoneses y les confiere, al mismo tiempo, un sentimiento de identidad y pertenencia; es por eso que fue incluido en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El “washoku” es una práctica social basada en un conjunto de competencias prácticas, tradiciones y conocimientos vinculados a la producción, tratamiento, preparación y consumo de alimentos. Este elemento del patrimonio cultural va unido a un principio esencial de respeto de la naturaleza que está estrechamente vinculado al uso sostenible de los recursos naturales. Los conocimientos básicos y los rasgos sociales y culturales característicos del “washoku” se manifiestan generalmente durante las fiestas del Año Nuevo. Los japoneses preparan diversos manjares para dar la bienvenida a las divinidades del año entrante: pasteles de arroz y platos especiales, hermosamente ornamentados y preparados con ingredientes frescos. Cada uno de ellos tiene un significado simbólico distinto. Todos estos manjares se sirven en una vajilla especial y son compartidos por los miembros de la familia o de la comunidad. Esta práctica fomenta el consumo de ingredientes naturales y locales como arroz, pescado, verduras y plantas silvestres comestibles. Los conocimientos y competencias prácticas elementales que guardan relación con el “washoku” –por ejemplo, la condimentación de los platos caseros– se transmiten en el seno del hogar, durante las comidas familiares. Las asociaciones locales, los docentes de las escuelas y los profesores de cocina también desempeñan un papel importante en la transmisión de esos conocimientos y competencias prácticas por intermedio de la enseñanza, formal o no formal, y de la práctica.