El lunes, Microsoft presentó oficialmente en los Estados Unidos los primeros equipos con Windows Phone 7. Había anunciado este sistema operativo en febrero (se robó el Congreso Mundial de Barcelona con ese anuncio), pero ahora es posible acceder a los dispositivos y a la versión final de este sistema operativo.
Mini resumen: WP7 no tiene nada que ver con sus antecesores. No es un heredero que abreva de la rica alcurnia anterior, es un advenedizo que trae sangre nueva. Y eso es genial, por dos motivos:
- La historia de WP6 y versiones anteriores ya era demasiado pesada y difícil de renovar, estaba demasiado atrasada como para que una simple actualización tuviera sentido.
- Con Metro, la nueva interfaz gráfica de WP7, Microsoft demostró que es posible ir más allá del esquema básico que usan todos los sistemas operativos para móviles actuales (un escritorio con más o menos pantallas virtuales, con iconos y widgets) con algo levemente diferente. Después habrá que ver si en el día a día funciona (los que usaron un reproductor multimedia Zune HD, en el que la interacción es similar, dicen que sí), pero al menos Microsoft gana 2 puntos por saber hacer borrón y cuenta nueva, y por tratar de hacer algo diferente a lo que hay hoy.
Y en un tercer lugar, es impresionante ver el poder que todavía tiene Microsoft en el mundo móvil: no cualquiera presenta algo tan nuevo (y por lo tanto, tan poco probado) acompañado por nueve dispositivos de alta gama de grandes fabricantes como Samsung, LG, HTC y Dell. Ausentes con aviso están Sony Ericsson y Motorola, socios históricos de Microsoft, hoy metidos de lleno con Android (los otros 4 también tienen equipos Android, pero tienen el músculo financiero necesario para dar soporte a más de una plataforma móvil).
Semejante presencia también es, a mi juicio, un testimonio a lo atractivo que resulta WP7, incluso para los fabricantes (esa es la impresión que me dejaron los 5 minutos que pude probar un prototipo en febrero). Pero veamos qué ofrecen los equipos:













