Navegando por la Web me encontré con este post de MEX (un sitio sobre la industria móvil muy interesante), donde hablan de John’s Phone, el teléfono móvil que no hace nada más que llamadas. Nada. No admite SMS, la pantalla está en el borde superior (al estilo de los viejos beepers) y no tiene agenda telefónica, aunque viene con un bonito clip para enganchar una agenda de papel. La batería dura 3 semanas. Lo creó una agencia publicitaria danesa llamada John Doe.
No es, ni por asomo, el primer teléfono realmente básico (ni el único disponible de ese estilo), y para lo que ofrece es carísimo (en el hemisferio norte ronda los 150 dólares desbloqueado). Pero es medianamente canchero en su diseño, aunque no todo lo funcional que podría ser, y llamó la atención de un montón de gente acostumbrada a cargar con una computadora móvil, con todo lo bueno y malo que implica. El equipo vale más por el concepto al que apunta más que por lo que ofrece su hardware y su diseño industrial.
El móvil John, y una charla que tuve con Federico Ini y Ricardo Braginski mientras esperábamos que arrancara el lanzamento oficial del BlackBerry Torch con Claro, me dejó pensando en algo: para evaluar un móvil a veces aplicamos cierta lógica demasiado influida por el modo de analizar una computadora. No todos los teléfonos deben ser smartphones ni (más importante) quieren serlo, por más que coincidan en algunas prestaciones. Y la clave está, creo, en la presencia de los botones verde y rojo para hacer llamadas.










