Estuve probando un prototipo del Nokia N9, y quería contarles qué me pareció. Lo hice el lunes en las oficinas de Nokia Argentina, por donde pasé junto a Mauro Accurso, de Celularis (acá pueden leer lo que él opina del móvil), y estuvimos jugando un rato con el equipo, custodiados muy de cerca por Fernando Freytes, Gabriel López y Agustina Ruiz, de la filial local de la compañía.
Como sabrán, el N9 es el teléfono que la compañía anunció hace poco, y que usa el sistema operativo MeeGo (en rigor, una distribución de Linux).
Hasta el año pasado, MeeGo iba a ser la plataforma futura para la línea más avanzada de equipos de la compañía, con Symbian con un rol secundario. MeeGo no es, técnicamente, una novedad para Nokia: el fabricante de móviles viene trabajando con Linux desde 2005 (con la tableta 770 y la distribución Maemo) y en 2010 anunció un acuerdo con Intel (que tenía su distribución de Linux Moblin) para unir ambas visiones en MeeGo. El antecesor directo del N9 es el N900, un celular que usa Maemo y que, en su momento, fue muy bien recibido por la crítica, aunque Nokia no lo promovió demasido.
Llegó Elop y la cosa cambió (y en rigor venía cambiando hacía bastante). Este móvil con MeeGo debería haber estado listo hace varios meses, y para el actual CEO de la compañía su presente y futuro no eran lo suficientemente venturosos, así que optó por Windows Phone 7 como sistema operativo insignia, relegando a MeeGo a un área de experimentación (o, para usar una palabra en boga hoy en la industria, para buscar el próximo producto disruptivo).
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