Esta semana escribí sobre marzo de 1996, un mes fundamental en la historia de la informática de bolsillo: fue entonces cuando presentaron el Nokia 9000 Communicator (el primer smartphone comercialmente viable, aunque no el primero en términos cronológicos) y la primera palmtop, la Pilot 1000 (que no fue la primera computadora de mano, pero sí el primer dispositivo de bolsillo de gran difusión). Son clave, porque definieron qué se hacía y cómo (e influyeron en cómo usaríamos este tipo de dispositivos), impulsaron a dos compañías que tuvieron un papel preponderante en la década siguiente, y tuvieron un final parecido, cuando el mercado decidió ir por otro camino que ahora marcó Apple -y que a su manera habían previsto. Las obligó a capitular, cediendo sus destinos a los de Microsoft, su rival previo, cuando su propio sistema operativo no dio para más. Al final, Palm se pasó al bando Windows Mobile después de perder muchísimo tiempo intentando transformar Palm OS en algo moderno, como Nokia con Symbian (aunque Palm OS estaba mejor hecho) y luego Windows Phone. Ambas compañías vieron, además, a Linux como su salvación (Nokia pre-Microsoft, Palm post resurrección); ambas (con MeeGo y WebOS, con el N9 y con el Pre) con productos atractivos y bien recibidos, pero que ya llegaban tarde.
Hablando de Nokia, Microsoft y sistemas operativos en problemas: contamos esta semana que Microsoft publicó, finalmente, su actualización a Windows 10 Mobile para un gran número de teléfonos Lumia. Hay varios ausentes (el Nokia 1020, por ejemplo, o los más populares con chips Qualcomm S4 o 512 MB de RAM, como el Lumia 520) pero en total la mitad de la base instalada debería poder actualizar a W10M sin problemas; mejor que Android, peor que iOS (Windows Central) y con el reclamo de que el pitch original de Microsoft era que todo WP8 se actualizaba (Allaboutwindowsphone). ¿Vale la pena actualizar? Sí, aunque HOY vas a tener un rendimiento menor a Windows Phone 8.1 (Digital Citizen); pero a futuro las nuevas aplicaciones, y sus actualizaciones, van a estar en la tienda de Windows 10 Mobile.
Esta semana hablamos también de Baselworld, la feria anual de relojería, que mostró varias apuestas de la industria, intentando (con mayor o menor cautela) avanzar sobre el terreno de los relojes inteligentes y, sobre todo, los relojes conectados (mismo aspecto que un reloj normal, funciones de cuantificación de movimiento que se gestionan desde el celular). Es interesante, porque en un punto la relojería suiza está en el mismo momento que la industria de los celulares a principios de este milenio y corre el riesgo de transformarse en el mercado moderno de smartphones/PC. En un futuro ideal logrará ser como el mercado de autos.¿De qué hablo? Los smartphones y las PC modernas son todos iguales. Mismo hardware, cambia la combinación, el rango de precio y algo -pero no mucho- de la estética. En los relojes pulsera, la paridad de funciones hace tiempo es así: salvo raras excepciones y productos de nicho, no te comprás un reloj pulsera por lo que hace (ni por cómo lo hace), sino por la estética, por lo que representa. Uno podría creer que con una plataforma como Android Wear (que está adoptando la mayoría de los fabricantes) se mantiene el status quo: todos los relojes ahora son inteligentes, todos hacen lo mismo, todos siguen siendo iguales como antes (y son más o menos similares que el Apple Watch, que lo que haga Samsung con Tizen, etcétera). En FastCo tienen un buen argumento a propósito de esto. En la práctica, no obstante, buena parte de la diferencia está en el cuadrante (por estética, y -en los analógicos- por la carga de complicaciones que trae). Si todos los relojes pulsera tendrán, a futuro, la misma pantalla y la misma interfaz (y la posibilidad de cambiar su aspecto con un clic) esa posibilidad de diferenciación se diluye y tiende a cero (el marco, la montura, los materiales, pero no mucho más) y se transforma, cada vez más, en una cuestión de precio. Habrá que ver cómo logran las marcas “caras” para acomodarse en este segmento; por eso varias de ellas parecen apuntar al reloj conectado antes que inteligente: agrega funciones -con cautela- pero preserva el atractivo analógico; no se le escapa que lo que más se vende por lejos son las pulseras deportivas (y que Android Wear no tiene ni por asomo, todavía, el éxito del Apple Watch). Seguir leyendo →