La historia de esta semana
Por Roly Saenz Valiente
La exigencia de los nietos relativa a la comida, me supera. Nosotras las abuelas, sin chistar, comíamos lo que nuestras madres nos ponían por delante.
Si había polenta; polenta. Si había pescado; pescado. Si había sopa de tapioca, al florero más cercano. Con esto último ni yo, ni mis hermanos transábamos.
Gracias a Dios los floreros, eran nuestra salvación. Al menor descuido de algún grande, abríamos el ropero metíamos la comida, para nosotros incomible, en esos jarrones de antes y el plato, mágicamente quedaba limpio.
Más tarde, nuestra picardía era descubierta, al impregnarse el comedor de olores nauseabundos.
Pero hoy en día hasta los más pequeños deciden qué comer. Más de una vez me ha pasado de verlos entrar en casa, olfateando como perros. Ni saludan. Van derecho a la olla humeante, la destapan y casi sin mirarme me dicen: “¿hiciste lo que te pedí?”. O en tono de ruego escucho: “abu, me das el dulce que vos hacés?
Y ahí entramos a tallar las abuelas. Queremos mimar a nuestros nietos. En mi caso lo hago, a través del paladar.
En el verano me urge mutar las ciruelas de estación, en dulce. Lleno cantidad de frascos. Así que, cuando me visitan, el dulce de ciruela los está esperando. Untan galletitas o tostadas. Los dejo hacer. Con placer los observo saborear los carozos que encuentran, como si fueran caramelos. Me produce emoción ver sus caras y manos con rastros de dulce.
Mis nietos preguntan cómo hago el dulce y ellos mismos se responden riéndose: “con azúcar y mucho amor”.
Por si alguna abuela quiere la receta, se la cuento.
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DULCE DE ABU ROLY
Un kilo de ciruelas sin pelar y con el carozo. Ochocientos gramos de azúcar, un chorrito de limón. Cocinar a fuego mínimo. De vez en cuando retirar la espuma marrón que se va formando. Calculo el tiempo de cocción una hora y media.
Aún caliente, coloco el dulce en un frasco de vidrio, previamente esterilizado con alcohol fino. Destapado, lo dejo enfriar. Una vez frío cubro la superficie con papel manteca embebido en alcohol y lo cierro.
Dulce sin aditivos de ninguna especie, para nietos golosos.
Los espero todos los miércoles.
CARICIAS, es la cuarta historia de esta nueva sección.
La próxima semana, les contaré cuál fue la elegida de éste primer mes, el
premio que se ganaron y como yapa… ¡algo hecho por mi! 🙂
¡Sigan escribiendo que todos las esperamos!
Enviarlas a miriambecker@fibertel.com.ar, preferentemente con fotos.
Hasta el póximo encuentro y cariños para todos los lectores.