Me animo a escribir estas palabras con la certeza de que para muchos amigos de la comunidad milonguera no ha pasado inadvertido el momento que registraron las cámaras días atrás, en la cena de gala que el gobierno nacional ofreció al presidente de los Estados Unidos y a su esposa en el Centro Cultural Kirchner.
Toda la prensa mundial se hizo eco de la performance tanguera de Barack Obama guiado por la bailarina Mora Godoy, que pese a las sugerencias de que no lo hiciera se acercó a mesa para invitarlo, según publican las crónicas del día. Lo que podría haber parecido un atrevimiento fue sin embargo un gesto amistoso, algo común y esperable dentro del protocolo, un convite que el hombre más importante del mundo ha sabido aceptar en todos los países que visitó oficialmente. Acá celebramos esa buena onda, su carisma y las ganas de animarse al 2×4, que sabemos no es nada fácil.
Aún así dentro del ambiente tanguero local el espectáculo ha despertado críticas, suspicacias, posiciones a favor y contra, básicamente porque lo que algunos esperábamos ver en semejante vidriera internacional era algo distinto de lo que suelen ofrecer las casas de tango a los turistas. Hubiéramos querido que Obama también conociera (e improvisara) el baile de salón, el que la gente común practica acá y en todo el planeta bailante. Esos pasitos erráticos a lo Rodolfo Valentino que le tocó hacer son más bien una caricatura del tango. No son siquiera parecidos a los que muchos bailarines profesionales exhiben en la versión for export de la danza porteña. El resultado en cualquier caso es de un grotesco insalvable.
Lo que queremos “vender”(en este caso como sinónimo de promocionar) a los foráneos es nuestro tango de pista, al suelo, elegante y alejado de cualquier estereotipo, ese mismo que hace 25 años subió a un escenario de Brodway de la mano de Tango Argentino, el espectáculo que desató el fenómeno mundial y alentó el crecimiento del turismo en Buenos Aires, fomentó la apertura de milongas acá y en el exterior y convirtió a grandes bailarines en destacados docentes. En fin, ojalá Obama se haya contagiado y vuelva algún día, y a tomar un par de clases. Se las debemos!