Hace un tiempo corre por ahí una frase que no es lugar común sino un hecho concreto: el tango está regresando a los barrios porteños. Los clubes deportivos y los bolichitos sin dicroicas ni estridencias decorativas son el espacio elegido por músicos independientes y organizadores de milongas que con su propuesta ayudan a acortar distancias impulsando a su vez la movilidad urbana, y la recuperación de la identidad barrial, por que sabemos que el barrio es para los porteños una patria chica, una pertenencia determinante, en algunos casos.
El ejemplo más concreto de la movilidad… soy yo misma: el jueves pasado, habiendo cero grado de térmica en el aire, partí a Barracas, al Bar Los Laureles, a comer flan con dulce de leche y bailar un rato. El sábado, por las dudas, me enponché y enbufandé el doble para ir a la milonga de Racing, en Avellaneda. El domingo repetí el rito del envoltorio textil y rumbeé al Club Huracán. Lindos colores, rojo y celeste. En el medio, me quedó pendiente una visita a la milonga mensual del Club Banfield, que será cuando consiga quien me lleve y quien me traiga pues, ya me caí del mapa, y el taxi está caro. Cada tanto es saludable bailar en espacios donde no hay histeria, y donde además te atienden bien. En el caso de Racing fue un placer escuchar al Sexteto Unitango, el salón es impecable (con el tremendo mural de Quinquela Martín), el piso perfecto y sonido idem (el bufete hummm….flojo, la pizza era de goma). Los chicos de Huracán están arrancando pero la pista y el ambiente familiar prometen convertirse en una cita obligada para los vecinos de Parque Patricios y alrededores. No puedo dejar de mencionar que el último domingo de cada mes se hace la matiné en el Club Atlanta, la cuna de Copes y Maria Nieves, y los domingos en el Club Ciencia y Labor de La Paternal. Por otro lado El bar del Roberto, El Faro, El Banderín, Los Laureles y otros tantos cafés como el Vinilo, reciben orquestas y músicos muy jóvenes que tocan sorprendentemente bien, y que merecen el sacrificio de cruzar la ciudad helada para escucharlos un rato.

Una vista del mural de Quinquela Martín en Racing, al ritmo del Sexteto Unitango Foto Gentileza Gabriel Sodini
Qué grande y linda es esta ciudad, y sus alrededores, no me canso de decirlo. Pienso que tal vez debería haber un subsidio, o algo parecido, para fomentar el tránsito de vecinos por esos templos tangueros que guardan los barrios, ahora que la inseguridad hace más difícil salir de noche, y moverse cuesta caro.