Luis Longhi es una rara avis dentro del ambiente tanguero: es actor, bandoneonista y escritor, y siempre se destaca en todas esas disciplinas. Recuerdo las letras de algunas de las canciones que escribió para “El tango es puro cuento”, un precioso libro-disco con tangos, milongas, valses y candombes dedicado a los más chicos. El año pasado me perdí el estreno de su obra “Gardel Teatro Musical Argentino”, una pieza teatral que dirigió Claudio Gallardou, con música de Guillermo Fernández y Federico Mizrahi (sus compañeros de ruta en Demoliendo Tangos), que tuvo una critica elogiosa. Ojalá la repongan pronto.
Ahora la editorial Abrazos acaba de publicar su última novela, “El Pulpo o la muerte del tango“, próxima a presentarse formalmente el 14 de agosto, a las 19, en el Centro Cultural de la Cooperación, con entrada libre y gratuita (participarán Mizrahi y Fernández, el ensayista Gustavo Varela y también el actor Juan Gil Navarro, que leerá fragmentos del libro) ¿Y de qué va la trama?: “Los integrantes de un modesto quinteto de tango se encuentran ante un hito trascendental en su carrera hacia la consagración. Pero el Tano y sus músicos se topan con un obstáculo aparentemente insalvable en su camino hacia la gloria: para participar del “Festival del Bandoneonazo” deben hacerlo con la presencia de un cantor de tango, especie a la que ellos odian con devoción. El cantor elegido es el Pulpo, una vieja gloria de la década del 40, quien hace años se encuentra recluido en un geriátrico de Barracas. Conflictos éticos y musicales estremecen a este grupo de artistas que busca su lugar en el firmamento tanguero” dice la gacetilla.
Mañana sábado, si viven en La Plata o tiene ganas de hacerse una escapada hasta allá, Longhi se presentará a las 20.30 en el Centro Cultural Héctor Oesterheld (calle 13 entre 55 y 56) con su célebre personaje, el licenciado Eugenio Rataplán, un fastidioso y provocador experto del 2X4 que refuta todas las teorías posibles acerca del género, mientras repasa los orígenes del tango, analizando a los compositores y sacando conclusiones polémicas que siempre incomodan al público conocedor. Claro, todo en clave de humor (más abajo un videíto en el que habla del ocho y de la cara que no hay que poner cuando se baila).











