El que ama, enseña

Según el diccionario de la Real Academia Española, maestro es aquella “persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo”. También se aplica el término en el caso “de una persona o de una obra de mérito relevante entre las de su clase”. Hace tiempo escucho con frecuencia esta palabra, que a mi entender está “redimensionada” respecto de los bailarines de tango, entre otras razones, porque muchos de los que hoy enseñan la danza no siempre tienen conocimientos de pedagogía o habilidad natural para trasmitir conceptos, y a veces tampoco bailan. Aunque es cierto que el tango tal vez requiera menos títulos y más pasión que otra cosa. Pero de la misma manera también llamamos maestro a un tipo que baila muy bonito o que se distingue por su estilo, sin considerar otros aspectos de su persona, como su honestidad, por ejemplo. Y en ese sentido, algunos hacen agua…

Jesús bailando con su amiga Elisa, foto gentileza Nico Foong

Cuenta la historia que los sofistas griegos eran docentes que intercambiaban su saber por una suma de dinero, no así el gran Sócrates, que no cobraba ni un peso por sus lecciones, cuando en rigor era un verdadero maestro. Además de ser un tipo con cierta humildad (solo sé que no se nada), aplicaba un método (la Mayéutica) mediante el cual, en vez de repetir o insistir con sus conocimientos, ayudaba al alumno a sacarlos de su interior, a construir su propio saber. Se me ocurren algunos buenos ejemplos entre los profes de tango contemporàneos, pero no estaría bien mencionarlos acá. Sí quiero recordar en esta fecha tan especial al primer milonguero que hace más de diez años me enseñó los pasitos básicos. Jesús Albornoz daba clases a los amigos en el patio de su casa, en el Abasto. Con mi amiga Merimún aprendimos a bailar casi en una baldosa. La clase empezaba en punto, y él nos trataba de usted, con mucho respeto. Nos hacía practicar las figuras y la caminata hasta que por fin nos salían, y era muy vehemente, apasionado. Una vez el pobre se hartó de mi inercia y me dijo “¿usté es tonta, o se hace?”. Nos reímos. Hoy lo tengo muy presente por su sentido de la ética, el don de gentes y por su inmenso corazón. Un maestro.

Felíz día a todos los que enseñan a bailar tango!