“Si no fuera por Tango Argentino no estaríamos acá, tomando un café- dice Mario Abramovich, violinista e ilustre integrante del Sexteto Mayor, la formación que hace 39 años fundaron José Libertella y Luis Stazzo, y que durante este mes de octubre se presenta con un ciclo de conciertos en el Torcuato Tasso. Hablar con este señor adorable que el próximo 31 de octubre cumplirá 87 años es como viajar en el tiempo y entrar en el pasado más glorioso del género rioplatense. Abramovich tocó en la orquesta de Miguel Caló, en la Osvaldo Fresedo, con Héctor Varela, pasó por el Marabú, el Chantecler, entre otros; grabó con D´Arienzo y Troilo, y durante casi veinte años fue el primer violín de la Filarmónica de Buenos Aires, además de haber integrado el fabuloso espectáculo creado por Héctor Orezzoli y Claudio Segovia…
Compartir un cafecito con èl en un bar de Villa Crespo, una tarde nublada y extraña de primavera, fue como un regalo, de ésos que cada tanto me hace el tango. No puedo reproducirla entera(esto es un blog, no una revista ni una columna) pero van algunos fragmentos de una hora y media de charla feliz (para mí).

Foto gza Torcuato Tasso/ Delfina Montes de Oca
“Yo no estudié mucho, en realidad, porque no quería estudiar… ¡nadie quiere estudiar! Mi mamá y mi papá eran muy modestos, y como me gustaba la música me buscaron un maestro. Estudié poco, pero tuve grandes maestros- cuenta modesto, revolviendo el pocillo.“Mi primer trabajo formal como músico fue con Nicolás D´Alesandro. Hace poco falleció uno de mis compañeros de esa orquesta, tenía 100 años. Tocaba el bandoneón y siempre nos encontrábamos, y recordábamos esos tiempos. En 1941 tenía 16 años, me puse los pantalones largos y debuté en el cabaret Marabú .Me acuerdo que en ese momento estaba Carlos Dante, antes de que empezara con De Angelis. Después estuve en el Chantecler con Héctor varela, en el Maipú Pigalle… En ese tiempo ganábamos una miseria. Para llegar a fin de mes había que hacer confitería, radio, cabaret, giras, carnavales, grabaciones, todas las noches. Y aun así no llegábamos ni aun sueldito, por eso llegué a tocar en 12 orquestas a la vez. Después, con Tango argentino, en seis meses me compré un departamento en Mar del Plata, a tres cuadras del mar, muy lindo. Lo vendí cuando quedé viudo.”
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