Durante años mi amigo Fredi prometió tomar clases de tango, pero hace poco me confesó que no tenía paciencia para esta empresa. El quería aprender ahora para bailar mañana en la milonga. Mirando algunas clases entendió que no es como prometen por ahí, que en un mes o dos de clases salís bailando. Casualmente leo en el muro de FB de Natalia Gastaminza, una bailarina de Bahía Blanca, una sensata reflexión sobre la celeridad, el abrazo y el tiempo que le lleva a una persona normal comprender qué es el tango. Con su permiso, acá lo comparto. Estaría bueno que lo leyeran aquellos que tienen ganas de aprender a bailar y no se deciden.
(Foto Gentileza santango.com)
Leyendo un debate sobre un cartel que rezaba “aprenda a bailar tango en 8 clases”, me puse a reflexionar. Algunos argumentos, con los cuales coincido totalmente, sostenían que aprender a bailar tango es interminable, te lleva toda la vida. Otros avalaban la idea marketinera del cartel, y se apoyaban en que muchas personas solo quieren “defenderse” y aprender a bailar un poco de tango para no quedarse sentados en algun baile o fiesta familiar. Y todos los puntos tienen algo de razón. Pero lo cierto es que si solo vamos a las formas (los pasos) sin detenernos en la manera (el abrazo) la mayoría de las personas no llegan a disfrutar de este maravilloso baile que nos representa. Porque a primera impresión resulta sencillo aprender movimientos estructurados que “supuestamente” en unas pocas clases nos permitirá movernos con cierta soltura. Pero a la larga la persona necesita más, y nunca es suficiente. Los pasos son interminables, y la presión de hacer pasos y pasos no termina nunca. Y en esta vorágine de buscar movimientos nuevos y vistosos nos perdimos que todo el tiempo estamos bailando con otra persona. No puedo decir que estamos “abrazando” a otra persona porque una “postura” de tango no es abrazar. Cuando la persona (el alumno, si se quiere) entiende que lo más lindo del tango es el abrazo, comienza el verdadero disfrute. Ahí es cuando no nos perdemos ninguna milonga, y si no vamos a bailar sentimos que lo necesitamos. Si solo nos quedamos en las formas nos perdemos el “adentro”. Este ultimo tiempo he escuchado situaciones que no logro entender: “me siento presionado en la milonga”, “a la milonga no voy porque no bailo lo suficientemente bien”, “en la milonga no me sale tal paso”… La milonga es para disfrutar, el que quiera ver un espectáculo irá a un teatro, y el que se pone a juzgar como baila alguien es porque no entendió nada, y se lo está perdiendo. Comunicarnos mediante un abrazo de tango es maravilloso, y fundamental. No concibo el baile de tango de otra manera. Para mí no nace de las formas, sino justamente de la manera, y caer en las formas es lo que hace que la gente solo sienta presión y no pueda disfrutar de la cercanía del otro, ni del poder expresarnos mediante el baile. Mas aún, si nos presionan las formas muy dificilmente podamos expresar la música.