Por estos días, hace 30 años, Tango Argentino subía por primera vez a un escenario internacional, exactamente en el Festival de Otoño de París, que comenzaba un 11 de noviembre. Aquel encuentro duró una semana, pero bastaron esos pocos días para cambiar la historia: la danza volvió a surgir con una fuerza inesperada, y se hizo masivo, en todo el mundo.

Siempre le daré las gracias. Les daremos las gracias. Yo, y los jóvenes de la generación posterior que fuimos llegando al tango y a las milongas impulsados por la estela que dejó la gesta de ese grupo de artistas que, sin saber cómo resultaría, se largó a perseguir un sueño: mostrar el tango, tal cual se bailaba en los barrios porteños.

saludo final, en París Fotos Gentileza María Rivarola/FB

Algunos de los protagonistas del elenco original (que fue cambiando con los años) ya no están, otros están retirados y varios siguen en plena actividad, haciendo giras internacionales y enseñando a bailar a quien quiera aprender. Así es que aprovechando su amistad y enorme generosidad, le pedí a María Rivarola, que integró el primer elenco convocado por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, que me contara algunas anécdotas personales de aquella experiencia que, incluso, transformó su vida.

Tan buena es que se puso a escribir, y accedió a compartir con los lectores los entretelones del viaje, la llegada a París y el debut en el Teatro Chatelet. Aquí lo reproduzco textualmente, para el disfrute de aquellos que valoran a quienes hacen camino. Gracias, María!

(PD: Los Rivarola bailan el 30 de noviembre a las 23 en Fruto Dulce, Av Córdoba 5064, Club Villa Malcom)

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“La tarde en que sonó el teléfono de mi casa y una voz desconocida nos ofrecía la posibilidad de integrar un elenco de tango para ir a Paris, casi me desmayo. El señor del otro lado del teléfono era Héctor Orezzoli (Yuyo) y en aquellos tiempos casi nadie te ofrecía trabajo en Europa. Entonces Carlos y yo trabajábamos en el programa de Bergara Leumann, en La Botica de Tango.

El primer ensayo fue en el Teatro Sarmiento, me acuerdo, en el predio del Zoológico. Yo me presenté con el pelo suelto, y tanto Claudio Segovia como Yuyo no me miraron con agrado. Pero esa tarde empezó la historia. Nos pusieron a bailar entre mujeres, algo desconocido e incómodo (a mí me tocó bailar con mi compañera Mónica Canda), y luego Segovia puso varias fotos antiguas sobre una mesa y de allí sacaban imágenes que inspiraban las coreografías, algo también nuevo para nosotros. Ese día terminó con modistas que nos tomaban las medidas y probándonos viejos vestidos que Segovia y Orezzoli habían traído del Mercado de Pulgas de París. Al ensayo siguiente yo aparecí con el pelo recogido y el recibimiento de los creadores cambió completamente. A partir de ese momento quedó como el peinado establecido para mí. Hicimos un pre estreno en el Teatro Alvear de Buenos Aires para gente amiga.Y luego casi se suspende el viaje porque no conseguían los pasajes para viajar al festival. Finalmente contamos con un avión de LADE que llevaba un Exocet de la reciente guerra de Malvinas para reparar en Francia. Asi es que la parte delantera del avión tenía atornillado al piso el Misil y detrás de una pared aparecían los asientos para el elenco. Segovia y Yuyo compraron bandejitas de comida y Nélida Rodríguez y yo éramos las “azafatas”!!. Seguir leyendo →