Desde que en los últimos quince años recorro distintas milongas de la ciudad puedo afirmar con conocimiento de causa que el panorama de los salones de baile cambió radicalmente desde entonces a esta parte. El punto de inflexión más gravitante fueron la desgracia de Cromagnon y las distintas crisis económicas que afectan al bolsillo de los habitantes de este paìs, y del mundo, pues hubo un tiempo hermoso en el que ir bailar costaba $5 pesos.

Más allá de que juren hacerlo “por amor al tango”, el organizador de una milonga o una práctica es en cierto modo un pequeño empresario (si paga los impuestos, claro), y es imprescindible que así sea: es la única manera de formalizar un servicio que necesita “profesionalizarse”. En 2009, ante la necesidad de afrontar las clausuras post Cromagnon – tragedia que puso en evidencia el vacío legal del sector- – nació la Asociación de Organizadores de Milongas (AOM). Gracias al esfuerzo de sus miembros se logró entonces la Ley de Salón Milonga, que fija normas acordes a las necesidades de los espacios. Actualmente la entidad cuenta con 90 socios de todo el país (la mayoría de CABA), y algunos del exterior. A partir del año 2012, gracias al compromiso de los miembros, fueron encontrando nuevos caminos para la difusión del tango y el fortalecimiento de las milongas, teniendo por objetivo la heterogeneidad y la inclusión. Así tuvimos eventos importantes, como una milonga solidaria a beneficio de los damnificados por las inundaciones de La Plata, la Maratón milonguera, el Primer Festival de Tango Universitario (UBA, Ciencias Sociales), Semana de La Milonga, Primer Mapeo de Milongas de Buenos Aires, actividades que sirvieron para aumentar la asistencia de público y proporcionarle a los responsables nuevas herramientas de difusión.

Por eso, paralelamente al Mundial de Tango – y con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación -,  la AOM celebra este próximo 22 y 23 de agosto el 1ª Encuentro Nacional de Organizadores de Milongas y Prácticas de Tango que tendrá lugar en el Centro Cultural Caras y Caretas (Venezuela 330). El fin es reunir a los organizadores de todo el país para trabajar en proyectos conjuntos, por ejemplo, completar un censo con vistas a tener un panorama a nivel nacional de prácticas y milongas (estiman, hay cerca de 300) y fijar posiciones para resolver los problemas que enfrenta hoy el sector, ejemplo, las habilitaciones de los espacios, escasa difusión, ausencia de convenios formales entre organizadores y regenteadores de salones etc.

Las jornadas incluyen charlas, debates, y por supuesto, gran milonga de cierre. Los interesados en participar pueden entrar al link (arriba) para conocer el programa de actividades previstos para esos días. 

Solo resta decir que, como todo lo que nace de las buenas intenciones, apoyamos el encuentro y deseamos que el negocio se multiplique y eleve el servicio, para beneficio de ambas partes. Finalmente, como he dicho otras veces acá, las milongas son la cuna de un fenómeno que hoy es Patrimonio de la Humanidad. Sin ellas, se acaba el tango.