A propòsito del atentado en Francia, días atrás le escribo a Luciana G., una querida milonguera con quien nos cruzamos seguido en los salones porteños y que ahora está casualmente cursando una investigación posdoctoral en París. Yo quería saber qué tal la estaba pasando, si iba a bailar y cuàl había sido la reacción en esa semana fatal. Generosa y muy dispuesta mandó una lindísima crónica sobre las veladas tangueras en aquella divina cuidad.
La comparto con mucho gusto, ya que será información de utilidad para quienes piensan viajar y también para aquellos que no conocen los intríngulis de esta danza social que, aunque ya es patrimonio de la humanidad, sigue teniendo su Meca en Buenos Aires. Gracias Luciana y Blas!
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Asidua concurrente de las milongas porteñas, un día me encontré con la sorpresa de que había ganado una beca a la que había postulado meses atrás y que tenía como destino la maravillosa, romántica, indescriptible, ciudad de París. Casi sin terminar de creerlo armé rápidamente las valijas, metí a mi compañero adentro y ¡me fui! Si bien la oportunidad de trabajar de lo que más me gusta en la ciudad de mis sueños me acercaba mucho al paraíso, de pronto sentí que me faltaba la otra mitad: el tango. Así fue que me embarqué en la búsqueda de milongas del “estilo Buenos Aires” en París. Imposible, claro. Preguntando a conocidos franceses, viajeros frecuentes al epicentro milonguero porteño, me sugirieron que comenzara la búsqueda en un sitio Web que congrega día por día todo el tango que hay en Paris. Y no estoy exagerando: entre “milongas” y “prácticas”, en promedio se organizan unas 7 por día y ¡casi 30 de viernes a domingo! De locos…
OK. Ya tengo el listadito ¿Y ahora? Con idea de ir probando todos los días una milonga (tarea imposible) empecé un martes con el “trabajo de campo”. Así fue que no sin antes haber caminado varias cuadras de más (uno de los encantos de París es su circularidad) llegamos al caos, digo, a la milonga. Ahora bien, ¿cómo ordenar el desorden? He aquí la cuestión. Luego de varias escaleras (una constante parisina que responde a la envidiosa pregunta sobre la delgadez francesa) abrimos la puerta del purgatorio. Es decir, un lugar con mucha gente concentrada en la arcada del acceso de lo que después vería como un salón de baile. Junto a ellos, temblaba una mesita con 2 o 3 garraf d’eau (agua de la canilla), vasitos de plástico y marcadores para escribir el nombre del dueño/a (algo que a cualquier milonguero dejaría con la boca abierta) y olores varios.
Luciana y Blas en la milonga mensual de la Maison de l`Argentine, dentro de la Cité International Universitaire, un predio considerado patrimonio histórico de París Gentileza Luciana Guido/FB
Si. Muchos olores (los perfumes en Francia ya no son lo que eran). Cual novato buceador, intenté aguantar la respiración para sumergirme en la pista haciéndome lugar entre un sinfín de voleos altos; bajos; patadas voladoras y todo tipo de “adornos” que se cruzaba en el camino. Hasta aquí todo bien, salí casi invicta de patadas. No obstante, lo peor estaba por venir: ¡la música! El tango en París es todo un temita y hay para todos los gustos. Desde argentinos que viven acá y se arman el personaje de “milonguero” y cuentan anécdotas surrealistas sobre su supuesta trayectoria, hasta DJ´s que se hacen los musicalizadores expertos y ponen las orquestas más in-bailables de la discografía tanguera, y ensordecen al consumidor de tango naive (ya de por sí sin oído musical) con cualquier soporte tecnológico. Cualquiera, posta: discos de vinilo del año de cuete; cds varios con orquestas de 1930 (porque es mucho más “culto”) y hasta videos de youtube…Cualquier cosa vale para cautivar a un público en su mayoría inexperto y seducir a organizadores que tienen el tupé de rotarlos hasta incluso contratar a más de uno en las 4 horitas que dura el baile.
No obstante, haciendo oídos sordos, contrayendo el abdomen (sin respirar para poder sobrevivir a los aromas no tan franceses como soñaba) y con tobilleras camufladas debajo de pantalones palazos, logré pasar una hermosa noche de milonga en la ciudad de mis anhelos. Casi entre la vigilia y el sueño.
PD: En relación al atentado de la semanas pasadas, la mayoría de los organizadores que adhieren al “je suis Charlie” así que algunas no abrieron la semana pasada.