Otra más y van…. Esta semana el turno fue para el querido Sunderland Club cuyas casi centenarias instalaciones fueron clausuradas el sábado ùltimo debido a que faltan “mangueras de incendio”. Suena absurdo, pero todo fue por unos metros de manguera que se suspendieron las actividades (salvo el buffet), incluso la milonga Malena que organizan Jorge y Liliana Rodríguez. Hoy martes las autoridades del club esperan reunirse con el Juez que interviene para encontrar una medida de emergencia que permita continuar..
Yo no estoy en contra de las inspecciones y clausuras cuando hay una situación concreta que pone en peligro a las personas, es más, es lo que esperamos los vecinos de la ciudad: que haya controles exhaustivos para no lamentar tragedias. Y si las normas corren parejas para todos, se agradece. Cuestión es que los dueños del club y de la milonga hicieron gestiones ante el gobierno porteño para reabrir y ante la negativa analizan presentar “un recurso de amparo para que les permitan trabajar, como hasta ahora con matafuegos”, para sostener la actividad, justamente en esta época de temporada baja.
querido Sunderlad Foto The Christmas
Repasando su gran significación como pista, el Sin Rumbo en los 40 y el Sunderland en los 90 fueron una suerte de “Brodway” para los grandes milongueros. Exhibirse en esas catedrales emblemáticas era la máxima aspiración. Grandes bailarines de la nueva generación pisaron esa cancha de básquet, como los hermanos Miguel Ángel y Osvaldo Zotto, Milena Plebs, Pablo Verón, Vanina Bilous y otras celebrities del ambiente que entonces impulsaron la gloria definitiva del tango.
Los sábados esa cancha con su piso de mosaico y tinglado en el techo (helado en invierno), sigue siendo el lugar de la familia, a donde se baila en pareja o en grupos de amigos, pues ahí no se practica el cabeceo, y rara vez van mujeres solas. Ir al Sunderland significaba (significa) empilcharse bien por que el lugar imponía cierta solemnidad, pero los tiempos presentes relajaron el vestuario, especialmente el de las bailarinas jòvenes, que antes iban más despechugadas y rutilantes. En fin, tantos sábados, tantos recuerdos lindos.
Osvaldito Zotto y Lorena Ermocida, qué épocas!
En el primer piso los Pérez siguen dando sus clases los lunes, convocando a muchos alumnos, especialmente extranjeros. A propósito de la clausura, Carlitos dijo a la agencia TELAM que va a ese club “desde los años 50” y recordó que solo dejaron de ir con su esposa Rosita cuando se casaron, aunque hace rato han vuelto a la pista. En fin: por favor, abran el Club!