Una acróbata no solamente de la voz…

La buena soprano finlandesa Sirkka Lampimäki estaba cantando bastante bien, acompañada por el director Ralf Kircher. Sin embargo, tenía preparada una sorpresa: a la acrobacia vocal le sumó la física. Vean, si no. Eso sí, no se sabe qué sentido tuvo el gesto.

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¿Tango o qué?

Nunca, o casi nunca, escribí sobre tango, y tal vez ya sea un poco tarde para aprender todo lo que haría falta para poder hacerlo. ¿Por qué hablar entonces de Partes de la suma, el último disco del bandoneonista Pablo Mainetti? Entre corchetes, casi como aclaración, la portada dice “Tango”. ¿Pero es realmente un disco de tango? De algo de eso habla en la entrevista que se publica en ADN. Lo más cercano que está del género es en una versión de “Duelo criollo” cantada en suizo-alemán, vale decir, un tango distanciado. El resto es otra cosa. Ahí está justamente el punto: Mainetti acerca el oído (y el instrumento del tango) a la música contemporáneo, aunque en su caso más que de contemporánea se trata de moderna. El interés de la tentativa es doble: por un lado, airea el universo del tango; por el otro, no busca acumulaciones ni intersecciones. Parece encontrar lo moderno en lo que queda del tango una vez que se lo abstrae. En el fondo, el título constituye ya una declaración de principios: “partes de la suma”, es decir, una especie de desagregación. De allí, la primera pieza: “El Quijote”.

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Fantasía de primavera: Feldman y Widmann

Los dos últimos dos conciertos del ciclo contemporáneo del Teatro San Martín que se escucharon en la sala Casacuberta fueron inolvidables. Primero, el miércoles, el estreno de Piano and String Quartet, la maravillosa obra de 1985 de Morton Feldman; por el otro, la actuación, ayer sábado, de la violinista alemana Carolin Widmann, que además de tocar la Sequenza VIII de Luciano Berio, participó de una versión logradísima de Noche transfigurada de Schönberg.

¿Cómo unir en un mismo post los dos conciertos? La respuesta esté quizás en el disco Phantasy of Spring que la violinista grabó con el pianista Simon Lepper para el sello ECM. El CD incluye justamente una obra breve de Feldman, Spring of Chosroes, de 1978, un poco anterior a Piano and String Quartet. Así, lo que convivió en Buenos Aires con tres días de diferencia parece volver a reunirse ahora ilusoriamente en una pieza.

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Paul Motian: In memoriam

Murió hoy Paul Motian, uno de los bateristas de jazz más originales, imaginativos e influyentes de los últimos cincuenta años. Personalmente, siempre recordaré (y seguiré escuchando) además de muchos de sus discos como lider, aquellos en los que tocó con dos pianistas: Paul Bley y Keith Jarrett, y de los que hizo con este último, sobre todo At the Deer Head Inn.  Aquí un mínimo recuerdo: un video, de cuando era mucho más joven, en trío con Jarrett y Charlie Haden.

Voces contemporáneas

Así como hay en Argentina cada vez más intérpretes que se dedican eminentemente a la música contemporánea, existe también desde hace un tiempo un coro cuyo repertorio suele concentrarse en el siglo XX y, sobre todo, en la segunda mitad de ese siglo y de lo que va del XXI: el Nonsense. Ensamble vocal de solitas. Actuaron el año pasado en la ópera El Gran Teatro de Oklahoma de Marcos Franciosi, y cantaron Laborintus III de Gerardo Gandini en el Centro de Experimentación del Teatro Colón.

Ahora sacaron su primer disco, que empieza con una obra emblemática, la que seguramente le da nombre al ensamble, los Nonsense Madrigals de György Ligeti. El disco se completa con Cries of London de Luciano Berio y Gente que canta de espaldas del argentino Juan Carlos Tolosa. El nivel de las interpretaciones es altísimo. Como muestra, “The Alphabet”, la tercera pieza de la obra de Ligeti.

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La maravillosa Valentina Lisitsa

Ya saldrá la crítica en el diario en papel, pero mientras tanto algunas observaciones sobre el concierto que la pianista ucraniana Valentina Lisitsa dio anteanoche en el Teatro Colón para Festivales Musicales. Fue unos de los recitales que más me impresionaron en el último tiempo. Para quien no haya podido estar allí, en el video se la puede ver tocando Totentanz, de Liszt, una de las piezas que incluyó en su programa en Buenos Aires. Tocó también los Estudios opus 25 de Chopin (hay una edición en DVD con su versión).

Compañera habitual de la violinista Hilary Hahn, Lisitsa hizo luego en Twitter dos comentarios sobre el concierto en Colón: el primero, que descubrió al ver el programa que debía tocar una de las piezas; el segundo, que le gustó el piano del Colón, aun cuando ya en la segunda parte se había desafinado. “¡No tuve la culpa, lo juro!”, escribió.

 

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El crítico de jazz ideal, según un músico de jazz

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El Boston Jazz Blog organizó una encuesta con una pregunta engañosa: “¿Deben los críticos de jazz saber tocar jazz?”. Lo engañoso de la encuesta es que aquello que deberían saber hacer competentemente los críticos de jazz es justamente crítica de jazz. En cualquier caso, respondieron varios músicos, entre ellos Dave Liebman, Marcus Roberts y Joe Lovano. La respuesta más interesante la dio sin embargo el pianista Vijay Iyer. Él desplegó las virtudes del crítico de jazz en cinco puntos que resumo a continuación:

1) Buenos (dice “great”) escritores. Si tengo que leer, quiero sentir una chispa de expresión: una voz personal, pasión por las ideas, imaginación con el lenguaje.

2) Amar la música. La mayoría de la gente ama la música, pero no la mayoría de los críticos. Si se dejó de amar la música, hay que dejar de escribir públicamente acerca de ella.

3) Ser estudiantes perpetuos. Hay que seguir estudiando: acerca de la historia de la música, de sus movimientos internos, de las fuerzas económicas y sociales que la conforman, de su lugar en el mundo…

4) Diversidad

5) Modestia. Nadie tiene todas las respuestas.

Ah, y si no conoce a Iyer, pueden ver el video de arriba.

 

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Pianos en el Colón 2012

Hoy, hace un rato, se presentó la temporada 2012 del Teatro Colón. El anuncio en su totalidad (que se leerá mañana en los diarios y ya se puede ver on line en la página del teatro) merecería muchísimas consideraciones de todo orden, desde el Colón Ring (la versión reducida del Anillo wagneriano preparada por Cord Garben con puesta de Katharina Wagner) hasta la nueva dirección del Centro de Experimentación. En principio, sin embargo, querría detenerme en el Abono Bicentenario (se lo sigue llamando así). Además de Angela Gheorghiu, Roberto Alagna, Renée Fleming, Helmuth Rilling y el Trío Guarneri de Praga, hay programados cuatro pianistas, muy diferentes entre sí: Lang Lang, Euvgeni Kissin, Andras Schiff y Arcadi Volodos. Verdaderamente sería muy difícil pensar en dos maneras tan distintas (y a veces con un mismo repertorio) que las de, por ejemplo, Lang Lang y Volodos. Varias veces nos ocupas de algunos en el blog. Bastará esta vez con mostrar los contrastes entre ellos.

En orden, Kissin, Schiff, Lang Lang y Volodos.

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La ruptura de un idilio musical

Se rompió el idilio musical que unía a la bella Hélène Grimaud con el genial Claudio Abbado. El motivo, dada la relación entre ambos, no podía ser otro que musical. Según informa un extenso perfil publicado en la revista New Yorker, el motivo de disputa fue la cadenza del Concierto n° 23, K. 488 de Mozart: Grimaud pretendía usar la cadenza de Ferruccio Busoni –que ella había conocido por una grabación de Vladimir Horowitz– y Abbado la cadenza del propio Mozart. Hay que aclarar que la cadenza era originalmente un pasaje improvisado, por lo tanto cualquier de las dos opciones resultaría válida. Grimaud prefirió a Busoni, pero, de todos modos, accedió a grabar, a pedido de Abbado y en una lectura a primera vista, la cadenza de Mozart. Luego, el director le comunicó que optaría por la versión mozartiana. Grimaud se negó, y luego Abbado le negó la actuación en el festival de Lucerna y en otros subsiguientes (fue reemplazada por Mitsuko Uchida). Como escribió alguien, una enemistad fundada en 30 compases y en no más de un minuto y medio de música. Como se ve en el video, Grimaud grabó finalmente su versión. Sin Abbado, claro.

Barenboim, Boulez y Liszt

La foto, parte de la tapa, no parece prometer nada demasiado bueno. Daniel Barenboim y, sobre todo, Pierre Boulez, tienen el aspecto de la resignación. Sin embrago, el resultado del encuentro entre los dos –viejos conocidos– no podría ser más interesante y logrado. Es la primera vez que Barenboim graba los dos conciertos para piano de Franz Liszt. La ocasión era propicia: el 200 aniversario del nacimiento del compositor. La orquesta, la Staatskapelle Berlin, es la de Barenboim, la misma que estuvo en Buenos Aires en 2008, pero la dirige Boulez. El disco acaba de ser editado en Argentina por Deutsche Grammophon y este es el primer movimiento del Primer concierto.

07 ピアノ協奏曲第1番変ホ長調S.124 第1楽章

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